El yo pequeño pronto se cansa.
A pesar de esforzarse mucho sus progresos son mínimos.
Pero como es inteligente, el yo pequeño busca formas de volverse grande.
Y buscando y buscando encontró un atajo hacia la grandeza.
Algo fácil y accesible que le permite alcanzar logros antes impensados.
Cuando el yo pequeño utiliza las drogas, consigue resultados increíbles.
Una mayor potencia y desarrollo muscular.
En algunos casos este desarrollo es impresionante.
Y así se consiguen más medallas en los juegos olímpicos.
Al ego le encantan los aplausos y el reconocimiento.
Adora las medallas y está dispuesto a todo por obtenerlas.
Los atletas rusos han estado usando drogas con la complicidad del gobierno durante más de una década para obtener más medallas.
Finalmente se descubrió todo y se aplicaron severas sanciones como la exclusión de los juegos olímpicos de Tokio y los juegos de invierno de 2022.
Las drogas representan el yin infinito.
Los mejores atletas del mundo occidental se nutren con grandes cantidades de proteína animal y azúcares refinados.
A pesar de sus grandes esfuerzos y dedicación sus cuerpos pronto se endurecen y se contraen y así no consiguen la energía suficiente para lograr los excelentes resultados atléticos que buscan.
Simplemente porque están intoxicados de tanta proteína.
Los chinos y los africanos por razones culturales y económicas toman mucha menos proteína animal que los atletas provenientes de países ricos, donde tienen acceso libre a los alimentos yang.
Pero el extremo yang se convierte en yin.
Y queriendo ser los más fuertes se han debilitado.
Entonces desesperados por mejorar sus marcas olímpicas recurren a las drogas secretamente para obtener más medallas.
Los resultados de los controles de dopaje eran falseados para que pasaran por atletas libres de drogas.
En vez de mejorar su nutrición recurren a los fármacos.
Y parece funcionar durante un tiempo porque así se libera el exceso de yang animal.
Pero sería mucho más sencillo reducir la proporción de carnes y aumentar la de alimentos vegetales de calidad como han hecho durante milenios las naciones asiáticas.
Los atletas vegetarianos están obteniendo unos resultados fantásticos y esto ha sido comprobado por expertos.
El yo pequeño pronto se cansa.
Pero el yo infinito no se cansa nunca.
Aún drogado al máximo el yo pequeño no consigue brillar.
Sólo lo logran aquellos que consiguen conectarse con su yin infinito.
Pero esto es imposible cuando el cuerpo está tan endurecido por tanta proteína.
Esa es la desventaja de los ricos.
Y la ventaja de los pobres.
Y por esa razón la salud infinita sólo se consigue aumentando la proporción de alimento vegetal.
Y trabajando físicamente al máximo.
Por eso los vegetarianos y macrobióticos que no trabajan duro físicamente se van apagando poco a poco mientras se preguntan qué está fallando en sus dietas.
Pero sin movimiento no hay transmutación.
Y lo finito no puede volverse infinito.
-Martín Macedo-
No hay comentarios:
Publicar un comentario