martes, 15 de enero de 2019

Hay tanta belleza en el mundo


Hay tanta belleza en el mundo.
Hay tantas maravillas por todas partes.
Tantos sueños que aun no hemos alcanzado.
No nos alcanza una vida para experimentar toda la felicidad que podemos desear.
Lo más importante es el tiempo.
Porque con suficiente tiempo podemos experimentar todas las maravillas que nuestro corazón anhela.
"Con la paciencia todo se alcanza", dijo una vez Santa Teresa de Jesús.
Nos espera un destino glorioso.
O el peor de los infiernos.
Todo depende de nuestra capacidad de controlar nuestra imaginación.
Ese poder de imaginar que sólo los humanos poseemos en un grado de desarrollo que ningún animal posee.
Si nuestra imaginación está fuera de control, nuestro destino será también un cúmulo de experiencias desafortunadas.
Porque lo que imaginamos cada día, animado por fuertes senti-mientos y emociones, termina por convertirse en nuestro foco de atracción y de creación.
La clave para controlar nuestra actividad imaginaria es tener paz interior.
Si nuestro yo interno está sacudido por constantes conflictos, preocupaciones, resenti-mientos y frustraciones, no será posible tomar el control de nuestra poderosa imaginación.
Por eso la salud verdadera no se puede separar de la paz interior.
La salud verdadera no se puede conseguir comprando algo, comiendo algo o recibiendo "energía".
Nunca viene desde afuera hacia nosotros.
Pero nos han hecho creer que si recibimos ciertos tratamientos, vacunas o medicinas naturales podremos alcanzar la cura de alguna enfermedad.
Y ponemos esperanzas en estos talismanes, de elevados costos.
Como las ollas de titanio, la cúrcuma o las hierbas suecas.
Si un orientador macrobiótico no medita es sólo un técnico en dietas.
Porque si no tiene paz interior, no puede acceder a la sabiduría infinita.
Qué sólo se alcanza cuando la conciencia se aquieta.
Cuando la conciencia individual se funde en la conciencia cósmica.
Donde todo es paz infinita.
Felicidad infinita.
Perfección absoluta.
Y vida eterna.
Allí todo se acepta, todo se abraza y todo se ama.

-Martín Macedo-

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