Tarde o temprano la enfermedad llegará a nuestra experiencia.
Es algo inevitable, como la llegada del invierno.
Por mucho que nos preparemos, por muchas precauciones que tomemos, por mucha prevención que hagamos debemos comprender que la voluntad del universo es yin yang, subir y bajar con la ola como hacen los surfistas.
Los orientales aceptan este Orden y lo llaman el Orden de yin y yang o también el Orden del Universo.
No entran en conflicto con el Orden, comprenden la intención benéfica y profundamente sabia de esta dinámica.
Que es como la respiración.....inhalo y exhalo...inhalo y exhalo.
Las artes marciales más evolucionadas espiritualmente que trascienden la mera defensa personal, nos enseñan a caer y levantarse del tatami (colchoneta).
Toda la clase nos caemos y nos levantamos.
Muchas veces, todo el tiempo...desde el principiante hasta el maestro más experimentado.
Pero ver caer a un cinturón negro es un deleite, parece una danza.
Cae y con el impulso de la caída se levanta más fuerte y más rápido.
Hasta parece que se divierte cayendo.
Pero el novato cae y da pena.
No ve la conveniencia de la caída....está disociado.
Dualista.....caer es malo y levantarse es bueno.
Ojalá nunca caigas....ojalá nunca te pase nada malo...así es el juicio sentimental que sólo quiere un aspecto de la dualidad poderosa.
En aikido que practiqué muchos años, nos divertimos cayendo y levantándonos.
Nos entrenamos para caer y levantarnos más fuertes, más sabios más experimentados.
Pero en el karate y otros sistemas de lucha como el boxeo, caer es una deshonra, es algo que le pasa a los débiles, a los perdedores.
El maestro Kikuchi insistía en que en su escuela sus alumnos de macrobiótica practicaran el aikido.
Porque sabía que tarde o temprano vamos a tener que hacer aikido con al enfermedad.
La enfermedad va a llegar porque es algo inevitable...es el pulso del universo.
¿Qué hacer cuando llega la enfermedad?
¿Cómo sacar algo provechoso de ella?
La gente normalmente la considera una calamidad y lucha para tratar de escapar de ella.
Pero nosotros hacemos aikido con la enfermedad.
La utilizamos para aprender más sobre el Orden del Universo.
Nos volvemos más fuertes, más sabios, más poderosos, como cuando un hueso se rompe con una fractura y luego de la cura el hueso queda más robusto.
Para muchos que no quieren saber de nada con el Orden de yin y yang, no lo estudian, no les interesa, les resulta indiferente, la enfermedad es una tragedia y comienzan a luchar contra ella.
Con la ayuda de los médicos clásicos, aplican armas como los antibióticos, antiinflamatorios, analgésicos, cirugías y trasplantes de órganos.
Y cuanto más luchan contra ella más se establece la enfermedad en nuestro cuerpo.
No se va porque no hacemos aikido con ella.
La única forma de superarla es empleando su poder y su fuerza para crear un estado opuesto.
Pero se debe conocer yin y yang y cómo transformarlos.
Pero sin aprender este principio, toda lucha será infructuosa.
Y la enfermedad no se irá hasta que nos volvamos sabios.
Hasta que aceptemos el Orden del Universo.
Por eso cuando alguien rechaza su estudio o simplemente dice "yo no soy macrobiótico, yo no creo en la filosofía oriental porque soy cristiano o porque soy científico", está creando un camping definitivo para que la enfermedad, una vez que llega se quede para siempre.
Que se quede o que se vaya depende de la mente.
Del sistema de creencias.
De la actitud abierta o cerrada de la mente.
Por eso yo animo a todos a que estudien este orden para que cuando llegue la caída nos levantemos rápidamente y nos volvamos más felices.
Como si fuera una diversión.
Al igual que los maestros de judo o aikido que juegan el juego de caer y levantarse.
Y ganan en la caída.
Y ganan al levantarse.
Y son felices tanto al caer como al incorporarse con total elegancia.
-Martín Macedo-
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