miércoles, 16 de febrero de 2022

Todo el sufri-miento tiene su origen en la mente

 Todo el sufrimiento tiene su origen en la mente. Detrás de nuestras perturbaciones siempre encontramos alguna creencia limitante y algún pensamiento que no está de acuerdo con lo que está sucediendo en cada momento. En vez de juzgarlo y condenarlo, hemos de aprovechar nuestro malestar como lo que verdaderamente es: un útil despertador para darnos cuenta de que nos hemos vuelto a dormir.

Después de ingerir litros y litros de cianuro, tarde o temprano llega un día en el que caemos presos de otro mecanismo psicológico denominado «cuerpo-dolor», un retorcido rasgo del ego que aparece cuando llevamos una temporada muy descentrados. Se trata de un parásito psíquico que ansía tanto la negatividad que convierte el sufrimiento en fuente de placer, volviéndonos adictos a la infelicidad. Es entonces cuando -tiranizados por este yo ilusorio- no podemos evitar pensar de forma obsesiva acerca de nuestras desgracias. Ni tampoco podemos dejar de hablar compulsivamente sobre nuestra desdicha.
Así es como el ego se alimenta de nuestro malestar y nuestra insatisfacción para poder perpetuarse y sobrevivir. No en vano, el objetivo del cuerpo-dolor es mantenernos en la ignorancia y la inconsciencia, alejándonos de nuestra verdadera esencia. Por eso procura mantenernos encerrados en la cárcel de nuestra mente, envenenándonos con todo tipo de pensamientos negativos. Cada nuevo chupito de cianuro que nos tomamos va engordando la gruesa capa de dolor emocional que -cual costra- nos separa y aleja ¾todavía más¾ del ser esencial.
*Fragmento extraído de mi libro “Las casualidades no existen. Espiritualidad para escépticos”.

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