Encerrar a la gente en sus casas no resuelve nada.
Lavarse las manos obsesivamente y separar un metro entre una persona y otra en la fila del supermercado tampoco.
Los virus son invencibles, son omnipotentes.
Intentar matarlos o encerrarlos es como querer encerrar al viento o atrapar las nubes.
Entran y salen por donde quieren, cuando quieren y las veces que quieren.
Declararle la guerra a un virus es como declararle la guerra a un volcán en erupción.
Porque son expresiones de la naturaleza.
Si Ohsawa viviera ahora estaría eufórico.
Porque el había profetizado el escandaloso fracaso de la ciencia occidental.
Porque la ciencia se basa en los juicios más bajos.
Lo único real para la ciencia es lo que se puede percibir con los órganos de los sentidos.
La energía vital no es tomada en cuenta.
Y por eso persiguieron por toda Europa a Hahnemann el fundador de la homeopatía.
Sin comprender la fuerza vital no se pueden salvar vidas ni frenar el avance de ninguna plaga.
Las plagas tienen un propósito bien definido.
La inteligencia infinita las coloca en el mundo para que hagan un trabajo necesario para la perfección de las formas de vida.
Los microorganismos poseen el impulso de la vida infinita y por eso poseen una vitalidad infinita.
Cuando colonizan un organismo que ha debilitado su fuerza vital ellos encuentran facilidades inmensas para duplicarse como ocurre en el SIDA.
Si el enfermo no corrige inmediatamente su debilidad la proliferación de estos vigorosos organismos acabará con su vida.
Por esa razón las medicinas tradicionales se ocupaban de elevar el nivel de energía.
Entonces el sistema inmune recupera su poder y al ser tan potente como el germen ambos se armonizan y consiguen convivir sin hacerse daño.
Un virus omnipotente sólo puede ser controlado por un sistema inmune omnipotente.
Pero esa potencia no es química ni farmacológica.
Esa potencia es energética.
La vida infinita no lucha contra sí misma.
Porque su propósito es crear expresiones más y más fuertes y perfectas.
Por toda la eternidad.
Y las formas de vida que no se adapten a este designio no podrán disfrutar de la experiencia.
Una experiencia llamada salud infinita.
-Martín Macedo-
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