sábado, 26 de diciembre de 2020

Convertirnos en la vida infinita

 Las multitudes tienen prisa por hacer sus compras de Navidad y se apiñan en los centros comerciales para llevar la abundancia a la mesa de nochebuena.

¿Y qué comen?
Proteína animal en cantidad, alcohol, harina y azúcar refinada.
Sin conciencia, sin reflexión, sólo siguen la inercia colectiva.
El triunfo del juicio sensorio.
De lo rico quiero más, de lo rico quiero mucho.
Porque esto es lo que hacen todos.
Es un paradigma, siempre se hizo así, es una tradición.
Ya lo hacían los romanos en sus famosas comidas con todo tipo de carnes.
Construyeron un gran imperio a toda velocidad, con gran determinación.
Y con la misma voluntad, con la misma determinación destruyeron sus imperios biológicos.
Roma era grande porque los romanos eran grandes .
Pero cuando se entregaron a los placeres del segundo nivel de juicio, el imperio se derrumbó en poco tiempo, porque cuando la gente se deteriora, la nación entra en declive.
No conocemos otra forma de festejar.
La humanidad tiene prisa por destruir su preciosa salud.
La medicina le provee de medicinas para que la destrucción sea menos dolorosa.
Debemos dejar de ser occidentales.
No para convertirnos en orientales.
Debemos volver al principio.
Sin ningún tipo de identidad.
Convertirnos en la vida infinita.
Convertirnos en la maravilla que siempre ha querido manifestarse pero ha debido esperar durante siglos debido a nuestros programas y tradiciones bárbaras.

-Martín Macedo-

No hay comentarios:

Publicar un comentario