Los grandes maestros de la cábala sostienen que el trigo no es de este mundo.
Lo consideran sagrado y recomiendan tener un poco en un recipiente en el centro de mesa, o un pan o cualquier otra preparación hecha de trigo o incluso un pan de utilería.
Reflexionaba mientras disfrutaba de un trozo de pan de trigo integral cocido al vapor y de un sabor maravilloso.
Los sabios de la cábala tienen razón; el trigo es una llave que permite que la inteligencia humana se conecte con la inteligencia infinita del Universo.
Naturalmente que se puede vivir sin cereales en absoluto; los habitantes de la selva, los nativos del polo norte, las tribus nómadas del desierto que no cultivan nunca los toman.
Son fuertes y saludables porque se nutren según la naturaleza de sus entornos, pero están muy lejos de vivir a la altura de los antiguos.
Pensemos en la era dorada de Grecia.
Grecia produjo una gran cantidad de sabios de todos los ámbitos del conocimiento y la ciencia.
La inteligencia y la brillantez de los griegos no tiene igual.
Pero hoy Grecia es un país común, sin grandes contribuciones a la felicidad del mundo; incluso es una de las economías más débiles de Europa.
Roma y su grandeza; la actual ciudad es sólo una ciudad europea más sin grandes penas y sin grandes glorias.
La India tuvo su era dorada y también la antigua China.
El Japón de los samurai me parecía de niño una nación donde vivían hombres y mujeres casi sobrenaturales.
Pero el Japón de hoy es una sombra de aquel Japón.
En la antigüedad había poca gente pero muchos genios.
Hoy hay muchísima gente pero muy poca genialidad.
En mi opinión se debe a la falta de una noción vital.
Sin cereales naturales, la humanidad es una sombra de lo que podría llegar a ser.
Los cereales son esa llave secreta para que los hombres y mujeres encarnen la inteligencia infinita, la sabiduría infinita y la genialidad de los antiguos.
Aristóteles, Sófocles, Aristarco, Homero y Sócrates se nutrían con pan hecho con el soberbio trigo que crecía en los campos griegos.
Ellos fueron un producto de su alimento.
Un pan similar al que yo tomaba mientras meditaba sobre la grandeza del trigo.
Hoy nadie los consume.
Sólo un 4% de la población.
Son los "raros".
Los macrobióticos y otros grupos de personas muy conscientes.
La mayor parte de la humanidad no los toma o lo hace con sus versiones tóxicas e industrializadas, con modificaciones genéticas.
La humanidad más caótica de la historia.
La mayor decadencia de todos los tiempos.
El Orden es así.
Una vez llegado al fondo comenzará el ascenso hacia los tiempos dorados.
Y estamos ahora mismo en ese punto.
Y por eso es tan emocionante este tiempo.
-Martín Macedo-
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