Si el avión no despega a pesar de todos los esfuerzos del piloto, se debe a falta de velocidad.
La velocidad es yang; despegar es yin.
Cuando yang se vuelve extremo se produce yin.
Con una gran velocidad el avión se eleva hacia los cielos.
Cuando el sol alcanza la mayor altura en el mediodía, comienza a descender.
No hay velocidad sin energía.
Y no hay energía sin nutrición.
Ese avión no sirve, no le sirve a nadie, ni al piloto ni a los pasajeros.
Ni tampoco a la aerolínea porque nadie querrá comprar billetes en un avión lento que no despega.
Es la enfermedad del avión y podemos curarlo empleando nuestro principio de alternancia de yin y yang.
El avión nuevo, recién salido de fábrica es poderoso y veloz y todos desean viajar en ese avión.
Pero el avión antiguo, ya no vuela bien y acaba en un museo o en un deshuesadero.
También se ve en el mundo de los deportes; los más lentos tanto en el ciclismo, automovilismo o en el fútbol ya no le sirven al equipo.
Por eso la salud nos permite servir al mundo.
Sin salud no le servimos a nadie, sólo damos lástima.
La mayor parte de la gente destruye su salud y se justifica diciendo que la vida es corta y que es cuestión de suerte.
Destrucción es yin y construcción es yang.
Nosotros preferimos la construcción permanente.
Si estamos en proceso de construcción la edad no importa.
La edad es una estimación teórica del nivel de deterioro que tiene una persona.
Muchos creen que la proteína animal construye músculo mientras que la proteína vegetal no lo hace tan bien ni tan rápido.
Tiene su lógica porque yang construye y yin no construye.
Todo lo que sube debe bajar en algún momento y todo lo que baja necesariamente subirá.
La salud es un aumento y la enfermedad es una disminución.
Por eso no hay enfermedades incurables.
Sólo hay personas que no creen en la cura.
Sólo hay personas que no desean subir a la cima de la salud infinita.
Hay que trabajar, hay que esforzarse, hay que buscar constantemente la felicidad a través de la salud.
Si perdemos la salud la podemos recuperar.
Si perdemos nuestro trabajo podemos encontrar otro mejor.
Si nuestra relación fracasa podemos encontrar otra más dichosa.
Y lo haremos a través del alimento, ya que el alimento condensa las dos fuerzas creadoras de yin y yang.
Pero sin entender este orden, todos los intentos más sinceros fracasarán y al final muchos concluyen que es imposible y dejan de intentarlo.
-Martín Macedo-
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