La sabiduría infinita está ahora mismo haciendo su trabajo.
Ella no tiene un día especial para celebrar el trabajo; porque la sabiduría infinita trabaja constantemente.
Y trabaja para nuestro bienestar.
Trabaja para nuestra salud.
Trabaja para nuestro éxito.
Pero no le damos ni las gracias.
Deberíamos darle las gracias al corazón; porque trabaja sin parar durante casi 100 años para nuestro bienestar tomando sabiamente la mejor decisión en cada momento.
Sus válvulas se cierran y se abren con una precisión y coordinación perfecta independientemente de que seamos ricos o pobres, doctos o ignorantes totalmente de los detalles de su fisiología.
La sabiduría infinita se ocupa del corazón, éste es sabio, muy sabio porque además de nutrir con sangre oxigenada a todas las células que son miles de millones, se nutre a si mismo para tener fuerza y energía para hacer su trabajo.
El trabajo del corazón no es mediocre.
Es absolutamente excelente y lo da todo, siempre, aunque lo tratemos mal y fumemos o lo maltratemos con drogas y químicos.
O con sobrepeso o con altos niveles de colesterol.
La sabiduría infinita ya está en nosotros, busca expresarse en nuestras magníficas células que son también infinitamente inteligentes y los científicos las observan y se maravillan.
Por eso la más alta expresión de la sabiduría infinita está en la naturaleza.
Pero al hombre moderno eso no parece preocuparle.
Contamina la naturaleza como si él y la naturaleza fueran dos entidades separadas.
No procede con sabiduría.
Sus miedos controlan su mente.
Cree que la naturaleza es hostil porque allí hay serpientes venenosas y varios tipos de fieras salvajes que amenazan su seguridad.
Le declara la guerra a las bacterias, se enfoca en millones de enemigos visibles e invisibles y crea un estilo de vida basado en la idea de la defensa nacional como los países que entrenan a sus tropas para un eventual ataque a su seguridad.
Esta visión procede de una mente agitada por una alimentación demasiado yang.
Los vegetarianos no hacen guerras ni las planean.
Tampoco le temen a los gérmenes o a los leones.
Las culturas tradicionales enseñan que la misma vida está en todos los seres y todos son sagrados.
Y todos tienen derecho a gozar de la vida sobre el planeta.
No están para servirnos porque no son inferiores a nosotros.
Esta visión estrecha proviene de un exceso de proteína animal en la alimentación.
Las culturas tradicionales también toman un poco de proteína animal, pero sólo en pequeñas cantidades por razones biológicas y fisiológicas, para mantener fuerte al cuerpo.
Pero la civilización moderna usa una cantidad mucho mayor y así se crea un desequilibrio físico y mental que lleva a una estrechez mental que impide ver la sabiduría y la inteligencia infinita en todos los seres.
El alimento equivocado crea al ser humano equivocado.
Pero el alimento justo crea seres sabios y pacíficos.
Cuando el alimento se toma en las proporciones incorrectas el ser humano enferma tanto físicamente como mentalmente.
Por esa razón como dijo Michio Kushi vivimos en un planeta donde hay demasiados enfermos mentales que viven un infierno personal vean enemigos y amenazas por todos lados.
No pueden ver la belleza infinita porque están enfermos.
Todo por ignorar el Orden del alimento.
El Orden del Universo.
La macrobiótica es el estudio del Orden del Universo.
No es una dieta.
Es la búsqueda de la expresión de la sabiduría infinita en cada expresión de la vida.
La naturaleza ya lo hizo con éxito, tanto los animales como los vegetales.
Ahora le toca al ser humano.
Pero por el momento no parece demasitado interesado en la sabiduría.
Sus principales intereses son la riqueza, el poder y el control sobre naciones y seres inferiores.
Mientras crea que necesita tanta nutrición de origen animal seguirá pensando así.
Porque el alimento crea el pensamiento.
Ya que tanto el alimento como el pensamiento son vibraciones.
-Martín Macedo-
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