Estoy espantado por la presencia en el campamento de antiguos macrobióticos aún sanpaku. Es muy difícil.
Encontré una señora de Estados Unidos, que vino a verme por primera vez hace tres o cuatro años. Era muy bella, muy bella, extremadamente hermosa, pero tenía algo triste, muy triste. Entonces le pregunté “¿es feliz? – “No”. ¿Es rica? – “Si, pero desgraciada”. Descubrí enseguida el origen de esa tristeza; era sanpaku. Era hermosa, pero sanpaku; eso da escalofríos. Entonces me confesó que tenía 45 años, se había casado dos veces y sus dos maridos murieron. Tenía una gran fortuna heredada de sus esposos, pero no era feliz. Asistió a mis conferencias en la Academia Budista de Nueva York, y comprendió por qué era tan desdichada y por qué estaba sanpaku. Al cabo de un mes, volvió y me costaba reconocerla, alegre y rejuvenecida. Realizó esa transmutación en sólo un mes y se curó sola. Sigue en Nueva York y después de un año volvió a casarse y es muy feliz. Me escribe de vez en cuando, cada vez más feliz. Su esposo es médico, pero abandonó la medicina oficial y se volvió macrobiótico gracias a la belleza de su mujer, una belleza muy elocuente. Esa belleza puede convencer a cualquiera sin hablar. Como dijo Oki hace unos días en París: “en este mundo no le temo a nada, salvo a Ohsawa y a las mujeres”. Aquella mujer es bella y omnipotente. Para ella nada es imposible. Señoras sed bellas, debéis volveros más y más bellas. Pero no debe ser una belleza adquirida exteriormente con una “máscara de Hollywood”. Conozco muchas actrices desdichadas porque su belleza viene del exterior. Vuestra belleza debe venir del interior, de vuestra vitalidad. Es totalmente otra cosa, como el bien artificial y el bien natural.
Conferencias de Georges Ohsawa
Saint Medard de Guizieres
Francia 1964
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