lunes, 23 de mayo de 2022

La palabra vuelve al hombre como un Dios

 Una antigua alumna entra y sale de la macrobiótica....tuvo una enfermedad grave y se recuperó y sabe que es el mejor camino para mantenerse en salud....

Pero me escribe y me dice que es difícil, muy difícil para ella seguir mis enseñanzas y mantenerse macrobiótica.
Muy difícil, muy difícil.....para ella esto se ha convertido en un mantra.
Conozco muchos practicantes así....muy difícil, muy difícil.
El otro día publiqué un texto del profesor Kikuchi muy bonito, muy interesante sobre la alimentación del gusano de seda.
Sólo come hojas de morera y deben estar secas sino no las quiere.
Si están mojadas no las come, espera a que se sequen aunque tenga mucha hambre.
Otra alumna vino a varios talleres y cuando servíamos la comida ella comía todo en menos de un minuto....y yo le decía...¿por qué no masticaste, por qué comiste tan rápido?
Y la respuesta era..."porque tenía mucha hambre".....
Pero el gusano de seda espera aunque tenga que pasar días enteros sin comer.
Aunque tenga muchísima hambre, si la hoja de morera está mojada no la come.
Aguanta con voluntad de hierro.
El gusano de seda tiene la voluntad de hierro.
También la tiene mi estudiante que come rápido.
Y también la tiene la antigua estudiante que entra y sale de la macrobiótica y que repite ..."es difícil...es difícil..".
El bebé es igual.....sólo quiere tomar pecho...sólo pecho.
Todos los días el mismo alimento.....de mañana, de tarde, de noche.
En medio de una fiesta, le pide el pecho a su madre cuando tiene sed o hambre.
Un bebé o un gusanito de seda tienen su instinto sano.
El instinto es la voluntad de hierro, la voluntad infinita, la sabiduría infinita.
Ellos están conectados con su lado infinito.
Su lado infinito es la voluntad superior que quiere el bien supremo, la felicidad suprema, la abundancia suprema.
Pero los seres humanos a medida que crecemos, que desarrollamos una identidad (ego) perdemos esta conexión.
Entonces olvidamos nuestra grandeza, olvidamos que somos infinitos.
Nos identificamos con nuestro yo físico, pequeño, temporal y lleno de limitaciones.
Pero seguimos siendo infinitos, sólo que lo olvidamos como el Rey Nabucudonosor que era el rey más poderoso del mundo, el Rey de Babilonia, pero perdió el juicio y vagaba desnudo por los bosques gritando como un mono salvaje y comiendo pasto como una cabra.
Aprendamos del gusano de seda, del águila, del bebé, del búfalo.
Ellos están conectados a la vida infinita sin bloqueos, sin creencias, sin visiones distorcionadas.
El problema del ser humano es que puede hablar....si usa mal su palabra crea un sistema de creencias al repetir...es difícil...es difícil....no aguanto....no puedo....es imposible....yo no puedo cambiar.....soy diabético....soy pobre....soy muy mayor.....no tengo suerte en el amor....y cosas por el estilo.
La palabra vuelve al hombre como un Dios, pero si la usa mal lo convierte en un ser miserable, más miserable que un gusano de seda.
Al que cree que macrobiótica es muy difícil, muy duro, les digo que es muy fácil, muy placentero, muy apasionante, muy divertido, muy creativo.
Pero lo es para mí porque yo uso otro tipo de lenguaje.
Estas palabras repetidas han creado otros programas subconscientes y otra realidad.
Pero no estudian ni desean aprender la metafísica, las leyes de la mente o nuestra naturaleza infinita.
No practican meditación.
Simplemente viven con los programas recibidos durante su educación y se arrastran por la vida como esclavos de estos programas limitantes.....y así no consiguen progresar porque creen que la macrobiótica es un tema de comidas y recetas.

-Martín Macedo-

No hay comentarios:

Publicar un comentario