No es posible separar salud de enfermedad.
Como tampoco el día de la noche.
¿Dónde empieza el este y dónde acaba?
La vida infinita no se puede separar en categorías rígidas.
Sólo la mente lógica discriminativa gusta de clasificar y compartimentar dividiéndolo todo en categorías y sub categorías.
Por ejemplo los seres humanos son una expresión de la inteligencia infinita, y el ego del humano los divide en razas y las razas en regiones y las regiones en países y los países en ciudades y las ciudades en barrios.
La enfermedad y la salud forman un todo indivisible.
Eso significa que no se puede eliminar ninguna de las dos.
Todos pasamos por la experiencia de la salud y también por la experiencia de la enfermedad.
Luz y oscuridad, frío y calor; todos pasamos por estas dos fases opuestas, yin y yang y lo necesitamos para madurar como cuerpos y como almas.
Por lo tanto la enfermedad no debe ser vista como un error, o un castigo o mala suerte.
Quien nunca enfermó es como un estudiante que nunca perdió un examen en el colegio secundario o en la universidad.
O como un boxeador que nunca perdió una pelea.
No es un boxeador maduro, no conoce la realidad, cree que puede seguir siendo invencible el resto de su vida.
Es inmaduro como un niño que nunca tuvo un gran revés en la vida.
Así la persona que se jacta de que nunca se enfermó o que nunca se enferma porque es muy fuerte, porque tiene una gran genética es inmadura.
Tiene una mente infantil que no ha madurado porque sólo experimentó el 50% de la realidad de la vida infinita.
Hay médicos que son muy fuertes genéticamente, muy guapos, muy inteligentes, muy estudiosos y que tienen muchos cursos de post grado y maestrías.
Saben sobre las enfermedades porque las han estudiado o visto en otros pero no las han experimentado.
Esa inexperiencia los aleja de la sabiduría porque un médico que nunca enfermó o pasó por la experiencia de una enfermedad crónica no comprende verdaderamente el arte de curar.
Pienso que los más grandes médicos son los que han experimentado graves enfermedades y las han superado.
Conocen las dos caras de la moneda, han pasado por el calor del verano y por el frio del invierno.
Han madurado y pueden dar un consejo sabio.
Pero muchas personas admiran al médico o a la médica bonita, guapa, simpática e inteligente porque se deslumbran por la apariencia bonita y no por la sabiduría de la vida infinita que está tras la fachada atractiva.
Ohsawa decía que hay que invitar personalmente a las enfermedades y vencerlas a todas para dominar el arte de la cura natural.
Quien les teme o las evita nunca será un verdadero maestro de la salud, un verdadero maestro sanador.
No creo que debamos provocarnos enfermedades.
Ellas vendrán solas como llega solo, el invierno sin que lo llamemos.
Y cuando lleguen no debemos temerles sino aprovechar para probar nuestros conocimientos del Orden del Universo y así dar el examen y salir aprobados como grandes maestros de la medicina natural.
-Martín Macedo-
No hay comentarios:
Publicar un comentario