sábado, 10 de diciembre de 2016

Un pasado feliz






UN PASADO FELIZ



“El éxito y el fracaso son dos grandes impostores” Rudyard Kipling

“No te deseo nada para lo porvenir, deseo que puedas hacerte un pasado feliz” Jaime Sabines

Viktor E Frankl, médico, fundador de la Logoterapia, afirmaba que la trayectoria de una vida no podía conocerse únicamente a través de un eje horizontal que va del éxito al fracaso. Mucha gente evalúa el grado de satisfacción en su vida según esta polaridad. 

Este autor denomina “homo faber” al ser humano que realiza una lectura de su vida desde este eje, considerando exitoso en el amor a aquel que tiene pareja y fracasado en que no; exitoso a aquel que tiene trabajo y fracasado el que no. 

Para muchas personas, basta con esta visión lineal para definir si es feliz o no. Pero Frankl complementa este eje con otro vertical, en cuyo extremo superior encontramos la realización del sentido de la vida y en el inferior, la “apatía” o el sinsentido. En esta linea vertical estaría el “homo patiens”, el hombre que evalúa su vida entre el sentido y el sinsentido.

Se forma así una “cruz de hilos”, con cuatro cuadrantes, a partir de la cual la vida se puede valorar desde el éxito o fracaso y desde el sentido o el sin sentido. De esta manera encontramos cuatro posibles situaciones:

  • la persona exitosa desde el homo faber (logros), pero vacía desde el “homo patiens” (sin sentido en su vida).
  • la persona exitosa desde el homo faber y con una vida con sentido.
  • la persona que se siente fracasada y sin sentido en la vida.
  • la persona que no ha obtenido aquello que socialmente se requiere para ser “exitoso”, pero que vive una vida con sentido.

Esto nos habla de la vivencia de los valores en nuestra sociedad: se puede ser feliz con o sin trabajo, no estamos condenados a la infelicidad por no tener trabajo o no estar en pareja o casados. Y se puede estar en pareja y ser infeliz. 

El homo faber, el hombre “que hace”, es una dimensión de la persona, pero está incompleta si no le sumamos el eje vertical (sentido-apatía). Todo psicoterapeuta que en su consulta recibe el drama de una persona que sufre por no tener trabajo, intenta apoyarlo a que cambie de actitud, a que desarrolle sus aptitudes y poder así encontrar un nuevo trabajo. 

Ambos aspectos son importantes: lo que se hace y la actitud con la que se hace. Si limitamos este esquema al ámbito de lo laboral, podríamos encontrar las siguientes opciones:
esquema

En el cuadrante superior izquierdo, estarían aquellas personas que están desempleadas desde el homo faber pero que viven esa situación con una actitud positiva. Pueden sufrir la carencia de un trabajo, pero ser desempleado no es estar desocupado. Podemos estar sin empleo, pero ocuparnos de nuestros hijos, de la familia y de mejorar nuestras capacidades para un nuevo trabajo. 

En el cuadrante superior derecho, están aquellas personas que son “exitosas” desde lo que hacen, trabajo, familia y a su vez se sienten plenas en su trabajo. 

En el cuadrante inferior derecho, están aquellas personas que tienen empleo pero su vida no tiene sentido. Puede ser algo transitorio (domingos de tarde por ejemplo), pero si esta situación se vuelve crónica, pueden caer en el llamado “Burn Out”, el síndrome de fatiga por estrés, cuando lo que hago me aleja de lo que soy . 

Y por último en el cuadrante inferior izquierdo están aquellas personas que están en mayor grado de riesgo y vulnerabilidad psicológica: sin trabajo, desempleados y desocupados. El riesgo de depresión aquí es muy grande, y es el cuadrante en que los agentes de salud mental debemos poner más énfasis y estar atentos. Puede ser un breve período de “vacío existencial”, o puede cronificarse, estancarse y crecer la idea de que “mi vida no tiene sentido”.

Estamos llegando a fin de año, quedan algunos días para reflexionar y evaluar lo vivido, lo sufrido y lo creado este año. Este cuadro nos ayuda a evaluar y aclarar en qué lugar estamos hoy en nuestra vida y respecto a nuestro año 2015.

Dice el poeta Jaime Sabines al inicio de este columna “No te deseo nada para el porvenir, deseo que puedas hacerte un pasado feliz”.

Cuando uno decide la vida que lleva, se siente libre, responsable y sale de la actitud de víctima. Yo elijo cada día lo que quiero vivir y cómo lo vivo. Si hay condicionantes (como siempre hay: familia, vínculos, trabajo, dificultades), puedo tomar una actitud respecto a lo que me pasa. Eso me hace decidir hoy cómo quiero vivir y lo guardo en mi pasado. 

Cuando el ser persona es ser libre y responsable, no soy una víctima del mundo en el que vivo, sino que hago algo con lo que me tocó. Eso me hace decidir cada día, y por lo cual mi pasado no me condena, sino que guardo en él el fruto de lo que decido hoy. 

Usted lee esta columna hoy y puede decidir enviarla a un amigo o quedarse pensando o cambiar de actitud. Y en diez minutos, mañana, ya es pasado, ha pasado. Lo que elegimos guardar en nuestro pasado, es lo que depende en parte de nosotros. Esa parte es nuestra responsabilidad, nuestra habilidad para responder. 

Este año puede estar lleno de vivencias positivas y negativas; seguramente hemos generado muchas cosas, hemos vivido situaciones "positivas", otras no tanto. La vida incluye muchos si y muchos no. Al repasar este año, nos puede invadir un senti-miento de tristeza: es recomendable dejarlo venir, no luchar por cambiar ese senti-miento, aceptarlo, pero que no nos frene, y darle entonces un cierre distinto al año. 

Podemos tener en la memoria muchas imágenes que no queremos recordar, pero enfrentarlas nos dará el coraje para dar la bienvenida a lo que tenemos por delante así como para aprender de lo que pasó.

Si ponemos foco únicamente en lo "negativo" generado, corremos el riesgo de frenarnos, de lastimarnos y de terminar convenciéndonos que “nada bueno paso”. Si todavía tenemos presente en el corazón los testimonios de vida de los niños de la Teletón, que hace muy poco iluminaron nuestras vidas, nos tendría que bastar para poder levantarnos cada y honrar lo que el día nos trae. No es lástima, es coraje para enfrentar; no es compasión barata, es vivir incluyendo las dificultades diarias. Qué linda actitud nos enseñan estos niños: se puede vivir con esperanza y con alegría más allá de nuestras limitaciones físicas, psíquicas, sociales, etc. 

Todos somos limitados en algo, pero no lo seamos en nuestra capacidad para cambiar de actitud, para asumir la vida con alegría y valorar lo bueno que nos pasó este año. No seamos limitados en la capacidad de soñar, en la capacidad de mirar a nuestro alrededor y ver posibilidades. 

Las personas fatalistas suelen prestar más atención a lo "negativo". Pero atención: miremos con cuidado, detengámonos en cada sueño que tuvimos a principio de año y miremos ahora dónde estamos, cómo nos fue. ¿Podría haber salido mejor? Quizás si, pero salió como salió y ahora lo acepto, lo integro a la vida y doy gracias por estar vivo, por poder repasar mi vida, mis logros y mis temas pendientes. 

Todo me recuerda que sigo caminando, que ha pasado otro año, como dice Benedetti: “otro año le has ganado a tus sombras”.

Seguramente algún lector al ver el cuadro del “Sentido el trabajo”, podrá verse reflejado en que este año pasó por los 4 opciones. Hubo momentos de plena felicidad, éxito desde el “homo faber” y plenitud desde el “ homo patiens”. Quizás hubo otros días de tristeza, de soledad, de que nada tenía sentido, a pesar de seguir cumpliendo con sus obligaciones laborales y familiares. Y hubo momentos en que dudó de todo. 

Esto nos recuerda lo que Frankl decía: “A la vida no se le pregunta por el sentido de la vida, sino que es la vida misma la que pregunta y nuestras acciones son la respuesta a esa pregunta.” ¿Cómo le vamos a seguir respondiendo?

Por eso mis deseos son los del poeta Sabines: “te deseo un pasado feliz”. El futuro traerá lo suyo y lo que nosotros queramos que traiga. Como decía mi amigo Lucas “cuando no esperas nada de la vida, todo lo que recibes es un regalo”. Que este diciembre nos traiga “pocas expectativas” para celebrar cada semilla cotidiana de alegría y brindar; por que la vida es más fuerte que la muerte, que el dolor y que las tristezas que se empeñan en frenarnos.

No nos dejemos frenar, hospedemos los embates negativos, lloremos nuestras penas en silencio o en compañía (la pena compartida es la mitad de la pena dice Machado) y luego a salir a la vida que nos está esperando, caprichosa por seguir vivita y coleando, nos traerá alegrías y tristezas, nos traerá sufri-mientos y felicidades, nos invitará a abrazarla más grande, a abarcar lo "bueno" y lo "malo", los “éxitos y fracasos”; ya que como dice Kipling: “El éxito y el fracaso son dos grandes impostores”.

Alejandro De Barbieri

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