viernes, 23 de diciembre de 2016

Cuando la comprensión mental se disfraza de toma de consciencia


Muchas veces confundimos la toma de conciencia con una simple comprensión a nivel mental. Estamos tan acostumbrados a vivir en la cabeza, desde la que no solo procesamos nuestras ideas, sino que racionalizamos nuestras emociones, que resulta comprensible que se dé esa confusión. Pero la realidad es que hay diferencias abismales entre ambos fenómenos. 

La toma de conciencia se nota y expresa a través del cuerpo. Cuando se produce, éste en seguida da señales, que pueden ser desde una respiración profunda no intencionada, hasta un estado de relajación. También es común que la persona se emocione, dejando salir aquello que estaba oculto en su inconsciente. Siente que ha dado en el clavo y una sensación de paz y serenidad empiezan a emerger desde su interior.
La comprensión a nivel mental se produce cuando la persona se da cuenta de algo, pero no lo experimenta. Su cuerpo no da señales. Es más, aunque la persona se sorprenda mucho de la información que acaba de recibir, la ansiedad sigue presente, no se ha producido una liberación ni el consiguiente estado de paz.
La toma de conciencia siempre viene acompañada de una comprensión verdadera y profunda. Así, la persona comprende el programa o los programas que estaban dirigiendo su vida y que la habían llevado a vivir ciertas situaciones, síntomas físicos y/o disonancias conductuales. Ahora, es capaz de trascender esa información perdonando aquello, así como a sus ancestros y a sí misma, dándose cuenta de que no hay nada que perdonar en realidad, ya que todos han estado viviendo bajo hipnosis haciendo el único papel que podían llevar a cabo desde su nivel de conciencia. Ese es el verdadero perdón, que difiere mucho del perdón que ofrece el ego, que se puede resumir en el famoso: “perdono, pero no olvido”.
La comprensión a nivel mental se queda a nivel mental, es decir, en la corteza prefrontal. La persona entiende que ha heredado ciertos programas que limitan su vida, pero normalmente después pregunta: “¿Y ahora qué requiero hacer?” “¿Cómo cambio esto?” Esto es una clara manifestación de que no ha tomado conciencia, pues quien toma conciencia nunca pregunta cómo, esto solo lo puede preguntar el ego, que es el que requiere hacer algo. El ego nunca puede llegar a entender que no se requiere hacer nada. Siempre te llevará a pensar que requieres hacer algo, seguir una metodología o pasos determinados, para conseguir lo que deseas. Nada tiene que ver con la verdadera toma de consciencia, que por sí misma, trasciende la información al comprenderla, eliminando el juicio y la culpa que la alimentaban.
La toma de conciencia hace que la persona cambie su percepción de lo generado, de su vida y de los que la rodean. Al desaparecer el resenti-miento y los juicios, tanto hacia ella misma como hacia los que responsabilizaba de su situación, la persona es incapaz de volver a ver aquello de la misma forma. Es un antes y un después en toda regla. Dicho de otra manera, uno es incapaz de volver a ser el que era, de “volver hacia atrás”, después de tomar consciencia. Pues ésta sólo se puede expandir, no puede decrecer una vez que ha aumentado.
La comprensión a nivel mental hace que la persona simplemente sepa que no existen responsables más que él mismo, pero internamente sigue proyectando "culpabilidad" y "juicio". No se ha liberado de ellos y por consiguiente, se frustra al ver que nada cambia en su vida, ya que inconscientemente aun espera que los demás cambien por ella. Se sigue sintiendo, por lo tanto, víctima de lo que le rodea, a lo que ahora suma los programas heredados de sus antepasados. Sigue creyendo en el sacrificio y el “qué habré hecho yo para merecer esto” pasa a ser “qué culpa tengo yo de haber recibido esas programaciones de mis padres, abuelos…”, lo cual no se diferencia en nada de lo primero.
La toma de conciencia le lleva a uno a pasar a la acción. No es una acción forzada, es consecuencia natural del cambio que se ha producido en la percepción de la persona, por lo que ahora se siente libre de hacer y decir lo que verdaderamente piensa y siente, recuperando su coherencia interna. Comienza a respetarse y respetar a los demás, sabiendo que cada uno tiene su propio proceso. Ya no busca culpables porque sencillamente siente que no los hay.
La comprensión a nivel mental hace que la persona lo entienda al revés. Piensa que un cambio conductual la llevará a liberarse de sus programas, y no entiende (o no quiere entender) que eso es imposible. De hecho, muchas personas vuelven corriendo a sus casas para contarles sobre los programas que han descubierto a sus parejas, hijos o padres, con la esperanza de que éstos se den cuenta de lo mal que lo han estado haciendo también y cambien. Es decir, como vemos, siguen en el juicio, culpando a los demás de su situación.
Como vemos, hay una diferencia importante entre la toma de conciencia y la simple comprensión a nivel mental. La primera se vive en todos los niveles (físico, mental, emocional, espiritual), mientras que la primera es solo mental. Una conlleva cambios en tu vida, la otra te hace esforzarte por cambiar, y encima con el propósito oculto de que el otro se dé cuenta de eso y cambie también, pero que lo haga de la forma que a ti te gustaría que lo hiciera. A eso se le llama egoísmo en estado puro.
Como intuyo que muchos os estaréis preguntando sobre los síntomas físicos y si éstos desaparecen también después de tomar conciencia, mi respuesta es la siguiente: no estamos aquí para sanar nuestro cuerpo. Estamos aquí para sanar nuestra mente. El cuerpo es una consecuencia de lo que hay en la mente y sólo un cambio de percepción conduce a verdaderos cambios en nuestras vidas. La mente sería así la causa, y el cuerpo (y las situaciones que vivimos) – la consecuencia. Quizá encontráis ahora una contradicción, ya que he dedicado el artículo entero diciendo que la comprensión mental no basta, y ahora os acabo de decir que la mente es la única que necesita sanarse. Esto es así, ya que nuestra mente está gobernada por el ego, y éste impide que veamos la verdad, pues con cada toma de conciencia se debilita y pierde poder sobre nosotros. El ego es como un filtro mediante el cual no podemos llegar a comprender verdaderamente que no estamos separados de nada ni de nadie, y que eres el único responsable de tu vida. Su propósito es que busques culpables, sin que te des cuenta de que estás proyectando tu propia culpa en los demás. Es por eso que la comprensión a ese nivel no te libera, ya que mantiene el juicio intacto, salvaguardado por el ego. Pero hemos olvidado de que en realidad, en nosotros coexisten dos sistemas de pensamiento – uno es del ego y el otro es de nuestro Ser. Cada vez que tomamos conciencia, los cimientos del primero tiemblan, ya que no son reales. UCDM nos recuerda:
“Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios.”
Y en cuanto al cuerpo, éste puede sanarse completamente, o no, aunque las evidencias cada vez más crecientes demuestran que las personas mejoran su estado físico (muchas enfermedades consideradas terminales e incurables, desaparecen, aunque en estos casos la persona necesita hacer un cambio profundo en su vida, un cambio que refleje la toma de conciencia que ha hecho).

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