viernes, 16 de diciembre de 2016

Tres ideas sobre el tiempo

Si cambiamos nuestros recuerdos sobre el pasado, cambia nuestro presente.


1. El pasado existe en tu mente.

Solamente existe el momento presente. Nada existe fuera de él, ni en el pasado ni en el futuro. El pasado se estructura en nuestro cerebro como una serie de recuerdos y memorias sobre hechos y acontecimientos que habían sucedido en un momento presente (un “ahora”- anterior). El futuro es una proyección mental de posibles escenarios en los que podemos imaginar que nos encontraremos días, meses o años después. Podemos medir la duración de un día, que es el tiempo que tarda nuestro planeta en girar completamente alrededor de su eje horizontal; pero no podemos medir cuánto tarda el ahora, el momento presente. El ahora es infinito, no tiene comienzo ni final, y en él se encuentra toda la información del universo.

2. ¿Cómo me influye mi pasado?

Nuestra biología registra todos los estímulos del entorno automáticamente para asegurar nuestra supervivencia. Al detectar una amenaza genera un recuerdo con la información que percibe de la escena conflictiva. Cuando, más adelante, identifica en el entorno características similares, activa una señal de alerta para que estemos prevenidos. De la misma forma, cuando tenemos experiencias que nuestro inconsciente relaciona con la seguridad, también tenemos asociados a ellos un recuerdo que permite que podamos vivir con seguridad nuevos eventos que tengan que ver con el anterior. Por lo tanto, la sensación y la percepción que tenemos de las situaciones que vivimos en el presente, se basa principalmente en recuerdos de nuestro inconsciente. El inconsciente relaciona nuestra experiencia con eventos anteriores parecidos y que pre-configuran la relación que tenemos con el entorno en el momento presente.

3. Cambiar mi pasado para cambiar el presente.

Nuestro inconsciente ha memorizado relaciones específicas con el entorno para que las podamos repetir más adelante, y así asegurar nuestra supervivencia. Esto supone una predisposición determinada a la hora de afrontar la vida. Es una especie de código, de ecuación según la que actuamos, generalmente de forma automática.El hecho de que asegure así nuestra supervivencia no significa que sea la única manera de hacerlo. La forma que tiene nuestro organismo de posicionarse frente a una situación no está marcada por un evento que existe en realidad (pues no se encuentra en el momento presente), sino por el recuerdo que tenemos del mismo. Por lo tanto podemos reescribir esta predisposición, modificando retroactivamente la percepción que tenemos de eventos sucedidos anteriormente. No podemos cambiar un momento anterior, pero cuando lo reinterpretamos, cambiamos la información que almacenamos sobre él y que se manifiesta en nuestra vida. La manera en la que experimentamos en el mundo está influenciada por el recuerdo que tenemos de él. Si cambiamos la forma en que nos relacionamos con nuestro pasado, cambia el momento presente.

“Nunca es tarde para tener una infancia feliz”. (Milton Erickson)

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