miércoles, 28 de diciembre de 2016

Diferencias biológicas entre los cerebros femenino y masculino



Desde la última luna llena de noviembre, esa gran luna… ha habido una gran cantidad de conversaciones con amigas y amigos a propósito de mujeres y hombres. De las diferencias, de las similitudes, de “jolín, pero ¿es que no lo ven?”, de “yo es que no puedo más” … 

Nosotras más acostumbradas a los ciclos lunares la hemos notado seguro… pero a ellos, se les ha hecho un nudo en el pecho y cada uno lo ha sacado como ha podido. Y entre medias, ha habido mucho “mal-entendido” sobre todo entre parejas … sin darse cuenta de que, entre otras cosas, no es algo personal de tu pareja y tú sino un reflejo de esa bendita diferencia de sentidos, de objetivos, de configuración de unos y otros… de biología. 

El otro día, con una amiga nos reíamos – en ese caso yo más que ella, ja, ja – de esa repetida pregunta de lo masculino cuando necesita algo y lo tiene que buscar: nosotras abrimos armarios y buscamos, ellos – muchos, no todos – preguntan mirando al infinito, a una altura de visión en la que no hay nada para mirar (ja, ja), aquello de “¿dónde está X…?”. Y ella se quejaba.

Mi respuesta fue… gracias a la explicación que en una clase Montse Batlló en la formación de Bio: “es biológico”: ellos están “diseñados” biológicamente para mirar a lo lejos a la altura de los ojos… porque de ahí venía la caza, porque a esa altura ellos divisaban cuando venían los problemas o las soluciones… Y nosotras estábamos bien capacitadas para recoger plantas, por ejemplo, y para otros menesteres en los que se necesitaba otra diversidad de “mirar”. 

Sí, ya sé, estamos hablando de cuando vivíamos en cavernas y de eso hasta ahora ha habido mucha evolución. Ya, ya. Y sí, la ha habido pero resulta que la parte del cerebro que controla todas esas reacciones y aptitudes es el cerebro reptiliano y ese no ha querido evolucionar ni un poquito porque está ahí pendiente de nuestra supervivencia las 24 horas del día y no le da para ensayar cosas nuevas: él va a lo que va, a salvarte a tí la vida y para eso pone en práctica lo que era importante y se había comprobado como válido para los menesteres de cada cual. 

Y luego viene la pregunta del millón: “ya, pero ¿eso quiere decir que vamos a tener que seguir así toda la vida?”. No, lo que te da es la información de porqué hacen las cosas cómo las hacen, que no es para fastidiar – nos (ni viceversa, claro, cuando ellos dicen que no nos entienden… ) ni para fastidiar – les.

Y así, como ya sabes por qué y que no es nada personal contra tí… puedes decirlo sin el “tonillo”, sin el “raspe” (que decía mi abuela), sin la rabia… En este caso del que hablamos, si yo entiendo y comprendo, cuando me pregunten “dónde está X?” podré decir sin más: en el cajón segundo a la izquierda… o donde sea y seguiré a lo mío y no le quitaré puntos al muchacho, al hombre o a la relación. O si es necesario hacer algo… puedo pedirlo (sin sentirme humillada por pedirlo) sin más: ¿puedes hacer tal o cual cosa? No será necesario añadir tal o cual muletilla, de la guisa de “jolín, siempre igual, por qué no miras…o es que no lo ves? “. No habrá lugar para ellas… si entiendo por qué. 

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