Estamos en el infinito y no podemos escapar del infinito.
Vivimos en el infinito y es necesario aceptarlo.
Es nuestra residencia y es nuestro campo de acción.
Pero nuestro yo pequeño (ego) le teme al infinito.
Porque para su construcción hubo que fragmentar el infinito.
Un trozo de infinito al que nos apegamos porque es más fácil de percibir con los sentidos físicos.
No puedo percibir el infinito con los 5 sentidos pero sí este cuerpo físico...así que me encariño con éste y me identifico con éste.
Entonces el alma encarna en este mundo de dualidad donde hay verdad y mentira.
Y si no es educado por sabios mentores olvidará fácilmente su origen infinito y se apega a este cuerpo temporal y frágil.
Y lo llama "yo" y le pone un nombre.
Yo soy así, yo pienso así, yo tengo estas debilidades, yo quisiera ser feliz.
La salud infinita es incompatible con este tipo de mentalidad que se identifica con un cuerpo temporal.
La salud infinita no es un tema de comer o no comer arroz de calidad orgánica ni de clases de cocina.
Comienza por recordar quiénes somos en realidad.
Por comprender que este cuerpo que tanto cuidamos es sólo una herramienta para funcionar en esta experiencia física.
La herramienta se puede dañar pero Yo sigo allí porque no tengo edad.
Soy eterno, soy indestructible, soy la vida infinita.
Y si este cuerpo ya no me sirve para las experiencias que quiero tener en este planeta tomaré otro que sí me sirva.
Pero la ilusión es muy fuerte.
La gente cree que es su cuerpo y si le pasa algo al cuerpo se desespera.
Si le sale un lunar, o una várice o simplemente le sale una cana se preocupa y va al servicio médico para buscar arreglarlo.
La salud infinita presupone amar al cuerpo pero sin apegarse.
Tarde o temprano el cuerpo se desintegrará.
Pero Yo seguiré allí deseando nuevas aventuras.
Por eso no debemos tratarlo como un objeto de valor para que dure mil años.
Más bien como un fórmula uno que nos dará un magnífico servicio para correr la carrera de nuestra vida.
Y cuando termine su vida útil, con mucho cariño debemos devolverlo.
Regresa al polvo de donde vino.
Mientras yo observo la escena desde el mundo espiritual, con nostalgia pero a su vez sediento de nuevas aventuras.
Porque al final el amor vuelve a unir todos los trozos y así se recompone el universo.
-Martín Macedo-
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