Cambiaron los hábitos y la plaga se fue.
Una familia cercana viene luchando con una plaga invencible desde hace más de un año.
Contrataron a varias empresas dedicadas al tema, pero nada parece funcionar.
A los pocos días los bichitos regresan.
Unos dicen que el nido está allí otros dicen que el nido está allá.
Que el secreto del éxito está en encontrar el nido y erradicarlo y ahí se acaba el problema.
Son tan hábiles que hasta se esconden dentro del motor de la computadora.
En el reloj de pared donde va colocada la pila a presión, allí hacen su casita unos diez bichitos.
Cada vez hay más, no hay veneno que funcione ni empresa que logre erradicar el nido...otros dicen que hay que bloquear las cañerías que por allí llegan.
Hay sitios donde ya se resignan, sobre todo negocios del rubro alimentos: ellos fumigan a fondo una vez por semana y lo consideran algo normal, a seguir así durante toda la vida.
Y las empresas de control de plagas prosperan y prosperan, porque están en todos lados y nadie puede vencerlos.
Entonces aplicando el principio de yin y yang dí un consejo a esta familia que me escuchó atentamente.
Los insectos son pequeños, activos, se multiplican rápidamente, no le temen a la muerte ni a las empresas.
Son extremadamente yang, se creen inmortales.
Buscan el yin, la fruta, la harina, las proteínas, las grasas, las sobras de comida, el cesto de la basura.
Los insectos también forman parte de la vida infinita.
La inteligencia infinita también está en ellos.
Son tan hábiles, tan valientes, tan determinados.
Sólo podemos vencerlos apelando a nuestra inteligencia infinita y no a impulsos emocionales que sólo apelan a medidas sintomáticas.
La inteligencia infinita es intuitiva; parece que supieran que en tal casa el acceso a la comida está fácil y allí se trasladan.
Entonces comienzan a prosperar, aprovechan la abundancia, el acceso fácil a la basura, a restos de alimentos que caen y no se recogen.
Se multiplican y forman sus asentamientos o nidos.
Viene la empresa mata a varios cientos, destruye algunos nidos, pero los más fuertes se esconden y forman nuevos nidos.
La inteligencia infinita es tan aguda, que estos animalitos saben intuitivamente si el dueño de casa tiene carácter y es riguroso con la higiene o es alguien perezoso que deja la limpieza de la cocina para el otro día porque está demasiado cansado.
Yo les recomendé que no dejaran ni siquiera una bolsa abierta de ningún tipo de alimento.
Todo cerrado herméticamente, la bolsa de residuos cerrada herméticamente, nada de restos en asaderas o bandejas en el horno.
La puerta de la heladera no cerraba herméticamente y además no enfría bien.
Cambien la heladera por una con cierre hermético y que enfríe mucho, ya que muchos se habían instalado en el burlete de goma de la puerta donde el frío es más suave.
Entonces la actitud cambió.
Disciplina militar; los animalitos intuyeron el nuevo carácter yang del dueño de la casa y que las cosas no están tan fáciles ahora.
Varias sesiones de limpieza a fondo y también aplicar plaguicida.
Pero conservando férreamente los nuevos hábitos de higiene.
Poco a poco su número bajó drásticamente y ya casi está resuelta la plaga.
Yang repele yang.
Una vida disciplinada repele a todo tipo de patógenos y parásitos.
Una vida disciplinada repele a cualquier tipo de enfermedad.
Una vida descuidada y complaciente (yin) con muchas gratificaciones (yin) atraerá a los voraces patógenos visibles e invisibles (yang) que usan su intuición e inteligencia infinita para hallar la abundancia que tanto aman (igual que nosotros).
Si somos colonizados por pestes, infecciones o parásitos se debe a falta de orden, de hábitos estrictos de higiene y calidad.
Y la inteligencia infinita nos envía a estos maestros diminutos que nos obligan a finalmente ser rigurosos con el cuidado de nuestros ecosistemas.
Ellos siempre buscarán el yin, porque el Orden del Universo los impulsará a ello así como el viajero sediento del desierto busca agua con toda su voluntad.
Y si nosotros creamos este entorno yin por ignorancia o arrogancia, estaremos atrayendo hacia nosotros las siete plagas.
Y siempre habrá alguna empresa intentando vendernos la solución.
Una solución sintomática que habrá que repetir y repetir porque no va al origen profundo.
Que somos nosotros mismos.
-Martín Macedo-
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