El rey Herodes siempre ha sido considerado un gran malvado, porque mandó matar a miles de bebés en el inicio de la era cristiana.
Esto ocurrió hace más de dos mil años.
Herodes se enteró que estaba por nacer un niño que sería rey y para asegurar su trono decidió tomar una medida radical: matar a todos los recién nacidos de su país.
Algo similar hacen los leones macho cuando matan a todos los cachorros de la manada que no sean sus descendientes directos.
Aseguran su felicidad, destruyendo la felicidad de otros.
Así proceden las bestias y por eso siempre seguirán en ese mismo nivel de evolución.
Pero Herodes no tenía ninguna sabiduría porque al destruir la vida de otros destruye la propia porque la inteligencia infinita conecta todos los seres y todas las acciones.
Y aquello que se siembra es siempre similar a lo que se cosecha.
Sin embargo esta no es la única forma de interpretar este pasaje del Nuevo Testamento.
Podemos tomarlo literalmente como un relato histórico y sentir mucha indignación por este gran asesino de pequeños bebés.
Pero otros intérpretes aseguran que la Biblia tiene que ser interpretada psicológicamente para comprender un tipo de significado mucho más profundo, que no logran captar los que simplemente lo toman como historia.
En nuestra mente bullen muchos pensamientos; esto no cesa nunca, día y noche estos pensamientos están en nuestra conciencia.
Los pensamientos son muy poderosos; todos crean forma en algún nivel y en algún momento.
Son pensamientos-forma...sólo necesitan tiempo para hacer eclosión como lo hacen diferentes tipos de semillas que caen en tierra fértil.
Muchas veces aparecen pensamientos negativos en nuestra vida cotidiana que se resisten a irse porque van acompañados de una carga emocional muy intensa.
Por ejemplo si vemos el noticiero que ahonda en detalles sobre un huracán que creó una gran destrucción en tal país, tendemos a quedarnos con esas imágenes y la consiguiente emoción de miedo y tristeza que generan.
O nuestra pareja está distante y poco comunicativa; y comenzamos a pensar que ya no nos quiere o que tiene otra persona que le atrae más que nosotros.
Esos pensamientos negativos son muy peligrosos, son una amenaza para nuestra felicidad; si los dejamos, si les damos cobijo en nuestra mente se harán cada vez más poderosos como una maleza que se deja crecer días y días en nuestro jardín.
Esos pensamientos son como los bebés de Herodes.
Si los dejamos que crezcan y se hagan grandes y fuertes, vendrán y nos sacarán del trono...y tendremos que luchar contra nuevos enemigos.
Entonces debemos deshacernos de ellos apenas notamos su presencia.
Sólo debemos pensar en aquellas cosas que deseamos experimentar o realizar; debemos descartar esos pensamientos negativos cuando están bien pequeñitos como recién nacidos.
Porque si los dejamos allí y no hacemos nada, querrán quedarse y crecerán usando nuestras emociones y temores para en algún momento convertirse en una experiencia negativa o nociva para nosotros.
Así que si vemos la historia del rey Herodes desde esta óptica, no sólo obtendremos un relato histórico conmovedor sino una valiosa enseñanza para atraer a nosotros sólo las más bellas vivencias y experiencias, al seleccionar las semillas que crecerán y descartar a tiempo las semillas negativas que son igualmente poderosas porque todas tienen el mismo poder de expresión.
Sólo necesitan tiempo; debemos ser conscientes de este poderoso potencial de los pensamientos.
De todos ellos.
Porque la fértil mente da cobijo a todos, a buenos y malos porque para la mente universal todos son como pequeños bebés y a todos desea proteger y ver plenamente desarrollados.
Porque todos lo harán tarde o temprano.
Porque ese es el destino de todo los pensamientos.
Pero nosotros podemos seleccionar y en eso se basa la libertad infinita que todos tenemos pero no siempre ejercemos.
-Martín Macedo-
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