martes, 24 de agosto de 2021

Problema y solución forman un todo indivisible

 9 de agosto de 1945; hora 11:02 a.m.

El bombardero Bockscar, un B-29 pilotado por el mayor Charles Sweeney, dejó caer la bomba Fat Man, que explotó a 500 metros sobre el suelo.
El largo de esta bomba atómica era de 3,5 metros y el peso era de 4.656 kg.
Originalmente el plan era lanzarla sobre Kokura, una zona industrial de terrenos planos, pero debido a que esa mañana Kokura estaba cubierta de bruma, decidieron desviarse hacia Nagasaki ,porque la tripulación tenía órdenes de elegir visualmente el objetivo que maximizara el alcance explosivo de la bomba.
La explosión fue más fuerte que la de Hiroshima, pero el terreno montañoso de Nagasaki, ubicada entre dos valles, limitó el área de destrucción.
Aún así, se calcula que murieron entre 28.000 y 49.000 personas el día de la explosión.
Se trata de una destrucción desde afuera hacia dentro.
Los enfermos del hospital San Francisco Javier dirigido por el Dr Akizuki quien era discípulo del maestro Ohsawa comían sólo dos comidas al día debido al racionamiento de la comida en ese momento del final de la segunda guerra mundial.
Sólo arroz integral, umeboshi y sopa de misso, wakame y calabaza.
Dos veces al día; 11 hs y 17 hs.
Cuando cayó la bomba Akizuki ordenó a gritos que pusieran más sal a los bollos de arroz y que colocaran más misso en el caldo de la sopa.
Todos los pacientes sobrevivieron aunque el hospital ardió en llamas pues estaba a 1200 metros del epicentro de la bomba.
La estrategia fue crear un núcleo muy yang interno para resistir el yin externo de las radiaciones nucleares.
La estrategia funcionó porque nadie murió en ese hospital.
Ahora se repite la historia.
Pero el enemigo no es el Japón.
El enemigo es un virus.
Y hay que destruirlo a cualquier precio.
En 1945 el ataque fue desde el exterior hacia el interior.
Ahora es desde el interior hacia el exterior.
Se ha conseguido lo imposible; que el 75% de la humanidad acepte ser inoculada con una vacuna de la cual se desconoce la composición exacta y los efectos a largo plazo.
Metales pesados, aluminio, y el potente óxido de grafeno.
En Nagasaki el yin era externo.
Pero ahora el yin es interno; el efecto expansivo se encuentra en el núcleo de la biología humana, porque se interactúa con el ADN.
Y la estrategia es la misma que en 1945.
Crear un núcleo muy yang mediante una alimentación rica en minerales marinos.
Pero en Nagasaki el interior estaba limpio y fuerte.
Ahora el interior está debilitado porque estos metales pesados se vienen acumulando desde hace varios años con las vacunas anuales contra la gripe.
Si la raíz es fuerte, el árbol sobrevive aunque venga un gran incendio o una gran inundación.
Pero si la raíz está dañada las posibilidades disminuyen exponencialmente.
Aún así, la nutrición es la más rápida y eficaz forma de fortalecer la raíz, porque la raíz es digestiva y la comida interactúa 100% en el tubo digestivo.
Será necesario aumentar un poco la sal de mar al igual que en Nagasaki.
Y tener mucha paciencia porque las raíces están más frágiles.
Por esa razón hay tantos celíacos y enfermos sufriendo intolerancias digestivas.
Sin embargo los grandes problemas también tienen grandes soluciones.
Porque problema y solución forman un todo indivisible.

-Martín Macedo-

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