Todos temblamos un poquito cuando el dentista aplica su pequeño taladro sobre nuestros dientes.
Esa maquinita tiene un poder destructor formidable y nos puede causar mucho dolor.
Pero a la vez, en las manos adecuadas y con la habilidad suficiente puede traer la salud infinita a nuestros dientes cariados o dañados por el constante uso o por falta de buenos cuidados.
La clave del éxito está en la quietud de la mano y en un control total de los delicados movimientos de esta mano sanadora.
Porque si la mano tiene un tic nervioso o el dentista tiene temblores por alguna enfermedad neurológica, podemos pasar un mal rato.
Un gran odontólogo tendrá un control perfecto sobre su fresa y hará un magnífico trabajo en nuestros dientes.
Pero en manos de un lego en odontología la fresa puede hacer un terrible daño.
Y causar un tremendo dolor.
Así es el poder de nuestra mente.
Nuestra mente es extremadamente poderosa, mil veces más que la fresa del odontólogo.
Cuando la fresca se aplica sobre un objetivo definido removerá las zonas debilitadas por la caries.
Cuando la mente se aplica sobre un objetivo y sostiene su enfoque durante suficiente tiempo puede hacer magia ya que tiene el poder de concebir imágenes y materializarlas.
Pero en la inmensa mayoría de las personas la mente es tan inestable, tan caótica, tan movediza e ingobernable que se parece a la mano de un odontólogo que no logra controlar su fresa.
Tanto poder fuera de control es un gran peligro para la mayor parte de la gente.
La cultura occidental adora las formas y busca el control sobre los dominios materiales.
La cultura oriental más antigua, es mucho más consciente sobre los dominios invisibles y los honra.
Si la mente se agita, si no logra aquietarse (yin) será como un mar embravecido en el que un pequeño barco intenta llegar a su destino.
Esta falta de calma es debida a la falta de entrenamiento, y también a una dieta demasiado yang, rica en alimentos de procedencia animal que crean una agitación constante, una intranquilidad constante, un temor constante.
Por esa razón la cultura oriental se nutre básicamente de nutrición vegetal y sólo pequeñas cantidades de nutrición animal.
Mientras que en occidente, torpemente se ingieren grandes cantidades de nutrición animal invocando razones como la vitamina B12, el hierro, el desarrollo muscular....
Eso crea un exceso de yang que se traduce en rigidez de los tejidos y órganos, envejecimiento arterial prematuro y a nivel psicológico, impaciencia, apuros, prisa por ver resultados.
Este tipo de personaje yang, quiere todo rápido, cocina rápida, dinero rápido, ganancias rápidas, resultados rápidos.
No gusta de los ámbitos espirituales o mentales (yin).
Los considera una pérdida de tiempo, porque a la persona demasiado yang siempre le falta tiempo.
El gran poder de la mente es dominado pacientemente por los maestros del Este.
Han aprendido a honrar el ámbito de la energía, han aprendido a controlarla.
Pero la mente demasiado yang sabe que no puede aquietarse, porque lo ha intentado y no lo consigue...entonces desconfía de su propia mente, de su propio poder y busca ayuda externa y se dirige a un ser superior.
Porque sólo un poder infinito puede traer un poco de tranquilidad a su agitada mente.
Y por eso occidente depende tanto del alcohol y de las drogas.
Porque sólo por estas vías alcanza unos pocos minutos de quietud y paz interior.
-Martín Macedo-
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