lunes, 11 de enero de 2021

La enfermedad tiene un origen interno: la ignorancia

 Recientemente me han preguntado si se puede curar el VIH con la macrobiótica.

También muchas personas me preguntan si se puede curar el HPV.
Yo les respondo que todo se puede curar con la macrobiótica.
Pero no es la macrobiótica la que cura, sino la comprensión del principio de las transformaciones.
Es una cura por la comprensión.
Sin comprensión no hay curación.
La gente cree que es como aplicar una pomada para curar una verruga o una dermatitis; o aplicar un medicamento para curar la acidez.
Nada externo puede curarte, porque nada externo te puede enfermar.
Ningún virus te enfermará; tú mismo te enfermas al crear un conflicto ácido base en tu sangre.
Los virus sólo reaccionan a ese conflicto porque el mismo conflicto los obliga a cambiar.
Cuando la sangre se deteriora aparece la enfermedad.
Cuando la sangre recupera su equilibrio la enfermedad acaba.
Pero la gente quiere curarse con medicinas que se compran y se toman, como quien elimina una plaga con un insecticida fuerte.
Todos sabemos que la aplicación del plaguicida elimina por un tiempo las cucarachas; pero al poco tiempo regresan y se debe volver a fumigar.
Una amiga se mudó a una playa hermosa en un lugar de ensueño, pero una vez por semana debe cerrar su casa como un bunker porque en una cercana urbanización de turistas fumigan una vez por semana para mantener a raya a los insectos.
Así ocurre con las curas externas.
La enfermedad tiene un origen interno: la ignorancia.
Y la ignorancia no se cura con gotas, hierbas ni masajes.
Ni mucho menos con vacunas o antibióticos.
La enfermedad es un aviso de que estamos en conflicto con la naturaleza; con nuestra propia naturaleza, con la naturaleza de nuestro planeta, con la naturaleza del Universo.
Si no se resuelve este conflicto toda cura es momentánea y aparente.
Cuando se comprende el propio conflicto y se lo corrige todo se cura porque recuperamos el poder al que habíamos renunciado.
Y por ese motivo quien anda buscando dietas nunca podrá curarse.

-Martín Macedo-

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