Hay tanto poder dentro del ser humano.
Pero lo usa tan mal.
Lo usa en forma negativa.....y cree que las cosas no le salen bien por causas externas, por factores que le son ajenos.
El poder infinito o la vida infinita está en cada corazón que late acompasadamente.
Está en todos los hombres y mujeres, en todos los mamíferos y aves, en todos los reptiles e insectos.
Allí está Dios.
No está en las alturas; está dentro de cada corazón que late.
Las personas que están demasiado contraídas por tomar alimentos basados en derivados animales están tan embrutecidas que no pueden comprender su propia divinidad.
No perciben, no entienden que son dioses, emanaciones de la vida infinita, indestructibles, omniscientes y omnipotentes.
Se trata de una visión estrecha, yang que sólo puede ver la ganancia a corto plazo, que sólo valora lo que se tiene en las manos.
Esa visión reza: "más vale pájaro en mano que cien volando".
Prefiere lo poco a lo mucho; prefiere la materia al espíritu.
Pero lo sepa o no, con nutrición vegetariana o rica en carnes, el poder infinito siempre está allí esperando la orden de entrar en acción.
Este poder es extremadamente simple que hasta un insecto lo utiliza como enseñó Herman Hesse en su obra Demián.
La mariposa macho recorre 40 km para encontrar a su pareja y fecundarla.
Sólo se concentra en un objetivo.
Lo hace con pasión infinita y no teme morir porque de todas formas morirá si no lo intenta.
Hesse nos enseña que un simple insecto realiza una proeza física al volar más de 40 km porque emplea este poder.
Pero se necesita un objetivo muy definido y la voluntad de alcanzarlo cueste lo que cueste.
Sin excusas, sin postergaciones, sin temor alguno.
Hace unos días vi unos videos de los hinchas argentinos en Qatar.
Ellos usan su poder infinito para impulsar a su selección a obtener el campeonato.
Miles de fanáticos, apasionados, incansables que se enfocan en un objetivo muy simple y definido..."dale campeón, dale campeón".
Y el poder infinito de estos miles de hinchas argentinos llevó a su selección a la final con Francia y yo creo que ganarán.
Porque los hinchas franceses son mucho más moderados y silenciosos.
Pero los argentinos han invadido el país, los centros comerciales, las calles céntricas, los trenes, los metros.
Un único poder.
Un único objetivo.
Una única persistencia.
Una única pasión.
Como un ejército de langostas que devoran todo a su paso.
Su poder y su entusiasmo es tan grande y contagioso que varios jeques árabes se han sumado a los festejos y alientan a la selección argentina.
Y les abrieron sus palacios y los invitaron a comer como si fueran sus familiares.
El poder infinito sólo necesita un objetivo y pasión y voluntad.
Nada más.
Pero ellos lo emplean solamente para la copa del mundo.
Si lo emplearan para crear una potencia económica y científica en la Argentina lo lograrían en pocos años.
Tienen la pasión, tienen la voluntad, tienen las ganas.
Pero no tienen el objetivo.
Cualquier país podría hacerlo.
Y algunos como la India lo están haciendo.
Cualquier pequeña nación puede hacerlo.
Cualquier ser humano puede hacerlo.
Pero no comprenden.
Lo usan sólo para el campeonato de fútbol.
Se necesita un líder que despierte la pasión por un sueño de una gran nación, fuerte y próspera.
Pero ni lo intentan porque no creen en sus dirigentes.
Pero sí creen en sus futbolistas.
El deporte es un ejercicio del poder espiritual de las masas.
Es sólo cuestión de tiempo para que éstas empiecen a crear el paraíso en la Tierra.
Es sólo cuestión de tiempo.
El tiempo para comprender el poder infinito inmanente en todo ser viviente.
Y cómo se dispara cuando le damos algo en qué enfocarse
-Martín Macedo-
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