Es muy importante comprender el proceso de la producción de una umeboshi de máxima calidad.
El experimento vale la pena, más allá del resultado exitoso o no, porque nos ayuda a comprender cómo hacer nuestra transformación física para crear un cuerpo con salud infinita.
Partimos de algo muy yin, como una fruta ácida y verde, antes de que madure; esa es la ume ideal pero difícil de conseguir en todos los países.
Pero se puede hacer umeboshi con otros tipos de ciruelas o con damascos.
Se parte de algo muy yin para obtener finalmente un producto muy yang.
Si el comienzo es yin el final será yang.
Si el comienzo es yang el final será yin.
Es absoluto.
Los que son muy fuertes en su juventud y se hacen famosos rápidamente, siempre tienen un final trágico con enfermedades graves, problemas de drogas o son asesinados como John Lennon.
Eso nos ocurre si construimos la fuerza física con proteína animal desde la juventud.
El proceso asiático es todo lo contrario; partimos de yin para crear yang.
Partimos de un yin inicial para crear el yang más gigantesco al final.
La ume es muy yang, muy poderosa, muy curativa, pero comenzó siendo muy yin.
Se le agrega sal marina y peso, presión.
Las pobres ume deben soportar toda esa presión, toda esa sal, durante meses, durante años hasta finalmente transmutarse en el producto más yang, más terapéutico.
No tienen otra opción que aguantar sin quejarse; sólo sueñan con el día en que le saquemos ese peso.
Así es el proceso de la creación de la salud infinita.
Así el es proceso de la creación de los mejores consultores del mundo.
Comienza con personas yin, débiles, con problemas físicos, con miedos, con muchas dudas, friolentas y sin resistencia física.
Tampoco creen en sí mismos.
Y ahí comienza a actuar la macrobiótica, para transmutarlos en seres de una calidad biológica suprema, fuertes, guapos, sabios y felices.
No usamos tecnologías sofisticadas ni hacemos estudios genéticos.
No se necesita casi dinero.
Sólo la mente abierta para comprender yin y yang, y tomar la decisión.
Cuando veo esos damascos allí, como suplicándome que por favor los libere, me parece que son mis estudiantes que están avanzando en sus estudios.
Pero están felices, porque ellos saben que al final el yin infinito se convertirá en el yang infinito.
Pero no un yang cruel basado en fuentes animales.
Sino que tendrán un equilibrio de fuerzas.
El yang infinito en el interior y el yin infinito en el exterior.
Y eso sólo se consigue hacer con alimento vegetal y tiempo y paciencia infinita.
Por eso usamos el mínimo de alimentación animal.
Ya que eso generaría una tensión muy grande que acabaría buscando el yin extremo para crear equilibrio.
Para al final acabar trágicamente como en el caso del Camarón de la isla, un cantaor flamenco.
-Martín Macedo-
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