Un estudio británico indicó que los apicultores tienen tasas mucho más bajas de artritis, artrosis, psoriasis, asma y cáncer que la población promedio.
Cada vez que el apicultor realiza la extracción de miel, es picado por 4 o 5 abejas.
Unas 400 o 500 picaduras al año.
La apitoxina se emplea con éxito en el tratamiento de la artritis reumatoidea.
El terapeuta coloca una abeja en la zona a tratar y la abeja inyecta el veneno.
Paracelso enseñó algo magnífico: “el veneno es la dosis”.
Una dosis mínima de apitoxina es una potente medicina.
Pero una gran cantidad de picaduras simultáneas, puede matar.
Por eso no hay alimentos buenos o alimentos malos.
Hay dosis saludables y dosis tóxicas.
Y no precisamos de inmunizaciones artificiales.
Porque la naturaleza nos vacuna nos guste o no.
Y emplea a sus agentes de vacunación altamente efectivos que nos inyectan sin solicitar autorización: mosquitos, tábanos, arañas y otros ácaros que han sido entrenados por un largo y poderoso programa de evolución biológica incomparable e infalible.
Como se trata de un decreto de la naturaleza, nadie puede escapar a las vacunas naturales.
Por eso es necesario fortalecer el sistema inmune con una nutrición que respete el orden del universo.
Y así estas inmunizaciones inevitables lo harán más fuerte todavía.
-Martín Macedo-
No hay comentarios:
Publicar un comentario