El egoísta es el que nunca ofrece regalos a persona alguna. Nunca sonríe.
Las mismas flores ofrecen su eterna sonrisa y exhalan su perfume delicioso a todo el mundo.
Y asimismo las aves cantan hermosamente.
El egoísta siempre tiene un gesto adusto, es desagradable, sombrío y triste.
Es hosco con todos.
A todos desposee de su alegría. Su regalo es negativo.
El egoísta nunca testimonia agradecimiento.
No sabe agradecer.
Se basa en la buena voluntad de los demás.
Su corazón se endurece. Le parece natural que se le hagan regalos.
Esta frigidez mental que se agrava más y más, desemboca finalmente en el colmo del yin: aun mismo un regalo que se le haga, lo entristece.
Todo le aflige: levantarse, trabajar, el mal tiempo, etc.
¡Qué vergüenza! En su oficina muchas personas le desagradan. Se queja de todo: del dinero, de los amigos, del trabajo, del tiempo.
En la vida, el egoísmo es una enfermedad muy enojosa.
Es debida a una falta de auto crítica.
El egoísta no posee la 5ta de mis siete grandes condiciones de la salud: el buen humor.
Eso es grave y triste. No necesita ir al infierno después de muerto, pues ya está condenado al infierno en este mundo.
Cuanto más vive, más profundamente sufre y más aumenta su tristeza.
La mayor parte de los suicidas pertenece a esa categoría de individuos.
Pero para aquel que no es un alienado llamado "egoísta", la vida será muy alegre, entretenida, agradable y feliz.
Ya al levantarse, sin parar en detalles, experimenta una gran alegría. Siente un vivo deseo de dirigir la palabra todos los que cruzan por su camino.
En todo lo posible y a cualquier precio quiere poner a todos los demás al corriente de su alegría.
Aun estando solo, tararea alegremente y camina con un paso ligero.
Todo lo llena de alegría: el trabajo, la oficina, la fábrica, las visitas,los amigos....
Georges Ohsawa (El Orden del Universo)
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