El punto de encuentro entre la física cuántica y la biología da lugar a una nueva rama científica denominada Biología Cuántica. Se trata de una perspectiva innovadora que aborda fenómenos tan distintos como la fotosíntesis y los desplazamientos de aves migratorias.
Para un físico, incluir en sus investigaciones una célula es algo así como una pesadilla puesto que las características de la célula (caliente, húmeda y desordenada) se alejan mucho de las condiciones controladas y escrupulosas de un estudio de laboratorio.
Por esta razón, la biología cuántica encuentra dificultades para consolidarse, porque resulta complicado verificarla en un ambiente ascéptico y científico. Sin embargo, diversos estudios se están adentrando en este campo aparentemente dispar e incompatible.
Una de las investigaciones que fusiona con más claridad la mecánica cuántica y la biología es la fotosíntesis: “Cuando se observa el proceso de cerca perecía que hubiera pequeños paquetes de energía al mismo tiempo, “probando” todos los caminos posibles para llegar a donde necesitan ir para después escoger el más eficiente”.
Lo que se deduce es que el fenómeno de superposición se podría dar en un ambiente cálido y húmedo. En Física Cuántica, la Superposición nos dice que una partícula puede existir en diferentes estados al mismo tiempo y en diferente lugar y sólo cuando se observa la partícula ésta escoge un estado determinado.
A este respecto, el profesor Richard Cogdell de la Universidad de Glasgow confirma la observación del fenómeno con cierta perplejidad: “no logramos entender cómo lo hace”.
Otro estudio muestra que los petirrojos al migrar podrían apoyarse en el fenómeno del Entrelazamiento Cuántico según el cual dos partículas están afectadas por lo que le sucede a la otra independientemente de en qué lugar y tiempo esté la otra.
Y, aunque esta circunstancia se dé en los petirrojos “por cuestión de microsegundos, para los físicos es una eternidad”. Estos pájaros se guían por la luz y el magnetismo terrestre, como la aguja de una brújula. “Las partículas entrelazadas no pueden definirse como partículas individuales, sino más bien como un sistema”.
La mecánica cuántica lleva implícito el efecto observador. El observador hace que “algo sea” por su acto de conciencia y ésta debe estar interrelacionada con todo. La mente cuántica nos permite disponer de un pensamiento abierto a una infinidad de posibilidades.
Este pensamiento nos devuelve el protagonismo en nuestras vidas y se lo quita a los acontecimientos externos, ya que comprende que todo lo que nos rodea habla de nosotros y que, de alguna forma, lo hemos atraído a nuestras vidas.
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