Estamos constantemente tomando decisiones, ya sea de manera consciente o inconsciente. Vamos dirigiendo nuestro rumbo con las elecciones que hacemos, desde asuntos más banales, como la película que queremos ver en ese momento, hasta cuestiones más relevantes como nuestras creencias, trabajo, estudios, pareja, etc. Pero, ¿hasta qué punto somos conscientes de todas estas decisiones que estamos haciendo?
Tomamos tantas decisiones al cabo del día que las tenemos ya automatizadas, no somos conscientes de la mayoría de ellas. Esto sucede porque nuestro cerebro busca ahorrar energía y a la hora de tomar decisiones cotidianas o intrascendentes se activa de una forma intuitiva y rápida.
Analizar esta teoría, la de cómo funciona nuestra mente en la toma de decisiones, llevó al psicólogoDaniel Kahneman a ganar un premio Nobel de economía en el 2002, haciendo un estudio sobre el comportamiento racional e intuitivo de las personas.
Kahneman demostró que nuestro cerebro tiene dos vías con las cuales tomamos las decisiones. Una vía más rápida: intuitiva y emocional (la que más solemos utilizar) y otra vía que es más lenta: supone esfuerzo y es racional. De una forma u otra somos responsables de nuestras decisiones y es algo que no podemos obviar.
“Cuando debemos hacer una elección y no la hacemos, esto ya es una elección.”
Cómo estamos condicionados por nuestras decisiones
El resultado de las decisiones que tenemos automatizadas tienen una estrecha relación con nuestro aprendizaje, nuestras experiencias, la educación que hemos recibido, las creencias que tenemos y loserrores cometidos. Y es que estamos influenciados por infinidad de factores que determinan nuestra conducta.
¿Crees que eliges libremente lo mejor para ti en este momento? La mayoría de elecciones que hacemos, están basadas en nuestra experiencia y los aprendizajes que hemos adquirido. Cuando nos dejamos llevar de forma rápida e intuitiva, no estamos atendiendo realmente a lo que es mejor para nosotros en el momento presente.
En el momento presente somos el producto de las decisiones que hemos ido tomando. Emitiendo unas conductas en vez de otras, hemos obtenido una serie de vivencias y hábitos que determinan lo que somos en este preciso instante, aquí y ahora. No podemos rechazar la responsabilidad que esto conlleva.
“Las grandes decisiones de la vida humana tienen como regla general mucho más que ver con los instintos y otros misteriosos factores inconscientes que con la voluntad consciente y bien el sentido de razonabilidad.”
Todo lo que decidas tiene consecuencias
Una buena parte de lo que supone la responsabilidad, es tener en cuenta y hacernos conscientes de que toda decisión que tomemos, y que no tomemos, tiene consecuencias. Y de nada sirve quedarse indiferente ante ellas, ya que de una forma u otra nos afectan e influyen. Nosotros elegimos si ser los protagonistas de lo que vivenciamos o simples espectadores.
Ser consciente de las repercusiones y consecuencias de nuestras decisiones, supone tomar las riendas de nuestra existencia. En el momento en el que optamos por evitar una decisión, ya la estamos tomando. Estamos siendo indiferentes, quedando a merced de las circunstancias, sin que tomemos ningún tipo de medida, dejando de ser partícipes así de nuestra experiencia.
Nos quejamos del tipo de vida que tenemos, de nuestra infelicidad y las desgracias que nos acontecen. Utilizamos el victimismo para resolver lo que no entendemos o para manipular, intentando conseguir lo que queremos. Somos capaces de hacer de nuestras vidas una cárcel que nosotros mismos hemos creado.
Podemos decidir tener otro tipo de vida, donde nosotros ponemos las normas, eligiendo cómo comportarnos ante cada circunstancia, haciéndonos cargo de las consecuencias. A pesar de que nos invadan los miedos, las inseguridades, la incertidumbre y el sentimiento de culpa. Si logramos combatir todos nuestros fantasmas obtendremos exactamente la vida que queremos, sin necesidad de lamentaciones.
Elijo ser feliz
Si lo que realmente queremos es ser felices, no podemos quedarnos parados esperando a que la felicidad llegue por sí misma. La felicidad se alcanza mediante la actitud que tomamos ante las circunstancias inevitables que se presentan en nuestras vidas. Esto supone un esfuerzo, ya que tendremos que tomar decisiones que rompan con los hábitos que alimentan nuestros más profundos temores.
“Todo puede serle arrebatado a un hombre, menos la última de las libertades humanas: el elegir su actitud en una serie dada de circunstancias, de elegir su propio camino. ¿No podemos cambiar la situación? Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.”
Yo elijo ser feliz: me enfrento a mis miedos, admito, acepto y corrijo mis errores en la medida en la que puedo. Comprendo mi inseguridad, mis necesidades, mi angustia y mi malestar. Ya no rechazo todo eso que forma parte de mí. Me hago compañía en la soledad, libero mi tristeza. Tomo decisiones para no ser víctima de las circunstancias y así es como consigo la paz en la que puede descansar mi felicidad.
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