La formación del famoso Big Bang dio lugar a lo que conocemos como Universo.
Científicos de diversas disciplinas y corrientes coinciden en que para que se diera semejante explosión que creara el planeta Tierra, entre muchos otros planetas, estrellas y asteroides, se tuvieron que dar una serie de condiciones con unos valores exactos. Cualquier mínimo cambio en alguno de estos valores hubiera dado lugar a otro sistema en el que, tal vez, la vida humana no hubiera podido desarrollarse.
El astrónomo Martin Rees es catedrático emérito de la Universidad de Cambridge y Astrónomo Real del Reino Unido. Rees empieza el artículo al que hacemos referencia citando a Einstein: “Lo más incomprensible del universo es que es comprensible”. Sin embargo, ¿cómo se puede argumentar que los valores que produjeron el Big Bang estuvieran definidos a la perfección para permitir nuestra creación? No hay ninguna razón conocida para explicar que un valor esté ajustado hasta con 120 decimales y pensar que es accidental, casual o cuestión de suerte.
En su reflexión Rees también se asombra: “Parece sorprendente que nuestras mentes, que evolucionaron para hacer frente a la vida en la sabana africana y que no han cambiado mucho en 10.000 años, puedan dar sentido a fenómenos tan alejados de nuestras intuiciones cotidianas: el micromundo de los átomos y la inmensidad del cosmos”.
De hecho, nuestro mundo cotidiano presenta desafíos intelectuales como los del cosmos y de la cuántica. Incluso el más pequeño insecto, con su intrincada estructura, es mucho más complejo que un átomo o una estrella. Todavía ahora, muchos científicos prefieren pensar en un mundo controlado por los experimentos de laboratorio y las matemáticas y no por nuestra existencia. Sería como aceptar la intervención de un arquitecto inteligente o asumir que espiritualidad y física están más cerca de lo que parecen.
En su artículo “The anthropic universe“ publicado en la revista New Scientist de agosto de 1987, Rees ya escribió:“En el principio sólo había probabilidades, el universo sólo podía acceder al universo si alguien le observaba. No importa si los observadores aparecieron miles de millones de años más tarde. El universo existe porque tenemos conciencia”.
Se llama “Universo Antrópico" a un mundo configurado de modo que los seres humanos puedan llegar a surgir. Así que muchas constantes físicas y muchos aspectos de nuestro sistema solar parecen estar en sintonía para nuestra evolución.
Los desafíos de la física clásica rompen sus límites al adentrarse en la física cuántica y plantear nuevas respuestas a fenómenos tan dispares como el romper de las olas, la migración de las aves o la formación de los bosques tropicales.
La filosofía de la Bioneuroemoción parte de la base de que todas las manifestaciones de nuestra vida están en relación directa con nuestro nivel de conciencia. ¿Qué sentido tiene toda la energía que nos rodea si no hay nadie para observarla?
El mundo es la expresión de la conciencia del observador, es un mundo físico sustentado por otra realidad no visible llamada campo cuántico o campo de infinitas posibilidades. El observador consciente sabe que su realidad cotidiana depende de cómo decida observar, es decir, con qué conciencia.
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