Hay seres humanos que las generas en tu vida y lo cambian todo. Seres humanos por las que se justifica parar, respirar y valorar. Valorar lo que realmente importa. Los detalles, las pequeñas cosas, cosas como el agua del mar, las nubes, una mirada de esas que lo dicen todo, unos ojos como los suyos, el modo en el que sonríen, un abrazo infinito mezclado de sal, sus manos, despertar a su lado.
Hay seres humanos que están hechas de acero inolvidable, que hacen que todo tenga sentido, incluso lo que no importaba hasta que las generáramos. Son seres humanos auténticas que marcan un antes y un después en nuestra vida, que llegan como un soplo de aire fresco y que, si se van, permanecen como huella indeleble en nuestros recuerdos.
Hay una diferencia enorme entre dejar huella o dejar cicatrices. Las cicatrices son señales de daño, de dolor, de heridas abiertas, de emociones que requerimos limpiar. Las cicatrices son marcas que no elegimos de manera consciente tener y que nos recuerdan un dolor que se podía haber evitado. Sin embargo, las huellas son marcas imborrables en la piel y en la memoria que nos hacen rememorar momentos de amor, de aprendizaje y transformación.
Por lo tanto, no importa tanto la cantidad como la calidad de la gente que nos rodea. Si alguien nos hiere de manera sistemática, deberíamos plantearnos limpiar nuestro entorno, enfocar mejor y dejar que permanezcan relaciones que resulten en aportes y expansión mutua.
Son personas que te abrazan y reconstruyen tu interior. Los pequeños detalles otorgan significado al sentido de la vida, lo cambian todo, hacen de lo diario lo importante. Así, no es tanto lo que nos dan como la forma de darlo.
Si te abrazan, logran recomponer tus partes rotas, te enseñan a vivir y a revivir tu interior. Las personas especiales no esperan a que las cosas sucedan, hacen lo que desean y persigue lo que quieren hasta que lo consiguen.
Hay seres humanos que dejan una huella imborrable en tu corazón, porque ha habido un tiempo que has seguido un mismo camino con ellos. Y, aunque ya no estén contigo, nunca podrás olvidarles. No se esfuerzan por dejar esa marca, sino que los generas casi sin que te des cuenta. Son esos seres humanos que te ofrecen otra visión de tu mundo, que te apoyan a cuestionarte tu pasado, tu presente y tu futuro.
Cada ser humano que generas en tu vida es único. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad. – Jorge Luis Borges
-Raquel Aldana-
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