La vida es hermosa cuando vives con grandeza.
No es difícil, porque somos la grandeza, no podemos ser algo menos que la grandeza.
Nada puede engrandecerse si antes no se hizo pequeño.
Los japoneses son un pueblo muy sabio.
Cuando te saludan se inclinan como diciendo: "usted es mucho más grande que yo, es un honor poder estar frente a usted".
Comprenden el Orden del Universo intuitivamente porque forma parte de su cultura.
Primero me empequeñezco hasta no ser más que una partícula minúscula; y luego descubro mi grandeza.
Porque aunque nuestra expresión individual sea minúscula, formamos parte del infinito y no podemos dejar de ser infinitos.
Pero hay una trampa de la mente llamada el "ego".
El ego nos hace creer que nuestra individualidad puede existir separada de lo infinito, de Dios, del Orden Universal.
Por eso hay personas que tienen un ego gigantesco.
En realidad tienen una ilusión gigantesca.
Un error de percepción gigantesco.
Compiten con otras personas o seres, se comparan con otras personas, intentan vencer a otras personas.
Atacan o se defienden.
Planean meticulosamente su defensa o bien su ataque.
Cuando el ego domina nuestra mente el miedo es inevitable.
Pero cuando descubrimos que somos infinitos ya no hay miedo.
Ni deseamos competir con nadie, ni vencer a nadie, ni atacar a nadie ni defendernos de nadie.
Vivir sin miedo, vivir con grandeza, vivir desde la plena conciencia de lo que somos es la verdadera curación.
¿De qué sirve comer comida saludable o tomar clases de cocina si seguimos llenos de miedo?
Comparándonos con otros, compitiendo con otros, luchando con otros.
La más alta sabiduría es el amor; porque sentimos a todas las formas de vida como hermanas de la misma forma que los diferentes dedos de una mano reconocen un origen común aunque sean diferentes entre si.
En realidad una dieta natural debería ser un factor que facilite esta comprensión y no una mera técnica médica para vencer enfermedades.
O para prevenirlas.
-Martín Macedo-
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