En el principio, cuando
Dios creó los cielos y la tierra, todo era confusión y no había nada en
1. Dijo Dios: “Haya luz
y hubo luz”. Dios vio que la luz era buena…
2. Dijo Dios: “Haya una
bóveda en medio de las aguas, para que separe.
3. Dijo Dios: “Júntense
las aguas de debajo de los cielos en un sólo…
4. Dijo Dios: “Produzca
la tierra hierba, plantas que den semilla y...
5. Dijo Dios: “Haya
luceros en el cielo que sepárenle día de la noche…
6. Dijo Dios: “Llénense
las aguas de seres vivientes y revoloteen…
7. Dijo Dios: “Produzca
la tierra viviente según sus especies…
8. Dijo Dios: “Hagamos
al hombre a nuestra imagen y semejanza…
9. Dijo Dios: “Hoy les
entrego para que se alimenten toda clase de plantas…
Así estuvieron
terminados el cielo, la tierra y todo lo que hay en ellos. (Génesis, Antiguo
Testamento).
Las conversaciones participan
en la construcción de nuestras identidades, en la formación de nuestras
relaciones personales, en la creación de posibilidades y de futuros diferentes.
Nuestras competencias o incompetencias conversacionales nos constituyen en el
tipo de ser humano que somos y ello condiciona el tipo de vida que nos cabe
esperar dentro del equipo
Gran parte de las dificultades que se generan entre las personas obedecen a que no decimos lo que pensamos, porque no nos damos cuenta de lo que sentimos o porque somos incapaces de transmitir lo que sentimos para que otras personas puedan escucharlo del modo apropiado.
El lenguaje, es uno de los componentes básicos de toda conversación en los equipos y organizaciones.
Lejos de ser pasivo y descriptivo, es activo y generativo.
El lenguaje no sólo nos permite hablar “acerca de las cosas” sino que, al ser generativo, “hace que las cosas sucedan”.
El lenguaje, por su carácter generativo y transformador, crea realidades y nos posibilita diseñar futuro.
El lenguaje dirige nuestro pensar hacia
direcciones específicas y crea nuestra realidad al potenciar o limitar nuestras
posibilidades. La habilidad de usar el lenguaje con precisión es esencial para
una comunicación efectiva. Creamos el mundo que llamamos real a través de
nuestras palabras – nuestras conversaciones, símbolos, metáforas e historias.
Las palabras son más que vocablos, instrumentos de retórica o conductos de
información; son formativas al guiar la manera en que las personas construyen
el mundo, son los recursos que guían como de hecho viven sus experiencias.
En las conversaciones creamos el mundo en
sociedad que luego experimentamos como normal y real. Y creamos el mundo a
través de las palabras que usamos. Cada vocablo identifica y valida cierto tipo
de acciones. Las palabras emergen dentro de un contexto de intercambios
interpersonales. Se forjan compromisos, se forman relaciones, se negocian
futuros, todo ello basándose en las palabras disponibles y en los tópicos que
se vuelven el foco de
Cuando el lenguaje empieza a cambiar, un mundo
entero de posibilidades se abre. Detrás de esto existe una dinámica social
poderosa y sutil. Las palabras que se usan guían en lo que hacemos foco y por
cierto que guían también cómo interpretamos nuestras experiencias y los eventos.
Las palabras no son neutras, no son inocentes, siempre son el producto de
relaciones humanas. Eso cambia la forma en que pensamos acerca del lenguaje.
Las formas que hablamos, las palabras que disponemos, las herramientas que nos
ayudan a construir y vivir el mundo.
Esto implica que cuando creamos nuevas
historias, nuevas metáforas y nuevo lenguaje, estamos cambiando el tejido mismo
de
En síntesis las conversaciones que mantenemos
determinan nuestras relaciones. Lo que hablamos y escuchamos, lo que nos
decimos a nosotros mismos, determina el mundo de acciones que es posible para
nosotros. Por ello el desarrollo de nuestras competencias conversacionales
puede llevar a nuestra vida mayor efectividad y bienestar.
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