martes, 2 de agosto de 2022

El poder de la palabra

En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra, todo era confusión y no había nada en la tierra. Las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas.

1. Dijo Dios: “Haya luz y hubo luz”. Dios vio que la luz era buena…

2. Dijo Dios: “Haya una bóveda en medio de las aguas, para que separe.

3. Dijo Dios: “Júntense las aguas de debajo de los cielos en un sólo…

4. Dijo Dios: “Produzca la tierra hierba, plantas que den semilla y...

5. Dijo Dios: “Haya luceros en el cielo que sepárenle día de la noche…

6. Dijo Dios: “Llénense las aguas de seres vivientes y revoloteen…

7. Dijo Dios: “Produzca la tierra viviente según sus especies…

8. Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza…

9. Dijo Dios: “Hoy les entrego para que se alimenten toda clase de plantas…

Así estuvieron terminados el cielo, la tierra y todo lo que hay en ellos. (Génesis, Antiguo Testamento).

Las conversaciones participan en la construcción de nuestras identidades, en la formación de nuestras relaciones personales, en la creación de posibilidades y de futuros diferentes. Nuestras competencias o incompetencias conversacionales nos constituyen en el tipo de ser humano que somos y ello condiciona el tipo de vida que nos cabe esperar dentro del equipo

Gran parte de las dificultades que se generan entre las personas obedecen a que no decimos lo que pensamos, porque no nos damos cuenta de lo que sentimos o porque somos incapaces de transmitir lo que sentimos para que otras personas puedan escucharlo del modo apropiado.

El lenguaje, es uno de los componentes básicos de toda conversación en los equipos y organizaciones.

Lejos de ser pasivo y descriptivo, es activo y generativo.

El lenguaje no sólo nos permite hablar “acerca de las cosas” sino que, al ser generativo, “hace que las cosas sucedan”.

El lenguaje, por su carácter generativo y transformador, crea realidades y nos posibilita diseñar futuro.

El lenguaje dirige nuestro pensar hacia direcciones específicas y crea nuestra realidad al potenciar o limitar nuestras posibilidades. La habilidad de usar el lenguaje con precisión es esencial para una comunicación efectiva. Creamos el mundo que llamamos real a través de nuestras palabras – nuestras conversaciones, símbolos, metáforas e historias. Las palabras son más que vocablos, instrumentos de retórica o conductos de información; son formativas al guiar la manera en que las personas construyen el mundo, son los recursos que guían como de hecho viven sus experiencias.

En las conversaciones creamos el mundo en sociedad que luego experimentamos como normal y real. Y creamos el mundo a través de las palabras que usamos. Cada vocablo identifica y valida cierto tipo de acciones. Las palabras emergen dentro de un contexto de intercambios interpersonales. Se forjan compromisos, se forman relaciones, se negocian futuros, todo ello basándose en las palabras disponibles y en los tópicos que se vuelven el foco de la conversación. Esto es lo que se dice cuando se afirma que “las palabras crean mundos”. Una sola palabra nunca es una sola palabra, sin un nexo a una visión del mundo. Por tanto, alterar el vocabulario cotidiano en un sistema social tiene poderosas consecuencias posibles.

Cuando el lenguaje empieza a cambiar, un mundo entero de posibilidades se abre. Detrás de esto existe una dinámica social poderosa y sutil. Las palabras que se usan guían en lo que hacemos foco y por cierto que guían también cómo interpretamos nuestras experiencias y los eventos. Las palabras no son neutras, no son inocentes, siempre son el producto de relaciones humanas. Eso cambia la forma en que pensamos acerca del lenguaje. Las formas que hablamos, las palabras que disponemos, las herramientas que nos ayudan a construir y vivir el mundo.

Esto implica que cuando creamos nuevas historias, nuevas metáforas y nuevo lenguaje, estamos cambiando el tejido mismo de la sociedad. Requerimos pensar las palabras como acciones, como herramientas poderosas que hacen cosas. En consecuencia, es muy importante considerar lo que afirma Wittgenstein “los límites de mi vocabulario son los límites de mi mundo”.

En síntesis las conversaciones que mantenemos determinan nuestras relaciones. Lo que hablamos y escuchamos, lo que nos decimos a nosotros mismos, determina el mundo de acciones que es posible para nosotros. Por ello el desarrollo de nuestras competencias conversacionales puede llevar a nuestra vida mayor efectividad y bienestar.

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