Con voluntad de hierro vamos a trabajar cada día.
O vamos a estudiar.
O al gimnasio.
La voluntad sale del corazón, porque está sincronizado con el corazón del universo.
Por eso nunca se cansa de bombear.
Ni de perdonar.
Aunque tenga tres infartos en su historia clínica, el corazón intentará hacer su trabajo con voluntad infinita.
Aunque lo maltratemos con tabaco y cafeína, igual seguirá haciendo un gran trabajo porque tiene un propósito y éste es bombear y bombear hasta morir.
Dios nos ha regalado a todos este corazón con voluntad de hierro.
También las aves y los peces tienen un corazón poderoso como el nuestro.
Unos usan su voluntad de hierro para ir a la universidad y obtener su doctorado.
Otros para ir al bar y tomar cerveza hasta emborracharse y luego así se presentan en su casa día tras día.
La voluntad infinita es un arma de doble filo.
Algunos la usan para comprar carne de res y consumirla con gran determinación día tras día durante décadas hasta obstruir sus arterias y riñones.
Otros la usan para fumar una caja de cigarrillos día tras día durante toda su vida hasta que sus pulmones quedan arruinados.
Para crear una enfermedad crónica se requiere de una gran voluntad y también de una gran persistencia.
Esos son los dos requisitos fundamentales para alcanzar el éxito.
La voluntad de comprar.
La voluntad de consumir.
La voluntad de buscar excusas para seguir comprando.
Entonces la enfermedad crónica es un triunfo de la voluntad.
Y es este mismo poder que deben usar los enfermos para alcanzar la salud infinita.
Pero algunos dicen que no tienen la voluntad necesaria para practicar macrobiótica.
Pero tuvieron la voluntad de hierro de comprar y consumir.
Entonces el problema no es la falta de voluntad.
Es la falta de decisión.
Prefieren seguir en el nivel de juicio sensorio.
Con todas sus consecuencias.
-Martín Macedo-
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