Nuestros llamados problemas se deben básicamente a una baja calidad de nuestra comida.
La mayor parte de los alimentos que se pueden conseguir hoy en día tanto en las grandes ciudades como en el campo tiene una calidad pésima.
Eso se debe a que se considera que producir comida es un negocio.
Y en los negocios todos quieren ganar.
A cualquier precio, incluso degradando y destruyendo a la propia naturaleza.
El que produce se enfoca en la rentabilidad económica.
El que compra no tiene muchas opciones y debe comer esa calidad inferior porque o come eso o muere de hambre.
Claro que se pueden conseguir productos de mejor calidad, pero a unos precios más altos y con un cierto contenido en aditivos químicos.
Los países pobres ni siquiera tienen acceso a una mejor calidad y por eso están condenados a ser países débiles y sin esperanzas de mejorar.
La gente no comprende que cuando baja la calidad de su comida se afectan todas las áreas de su actividad.
No sólo se debilita su salud, sino también su inteligencia, su sabiduría natural, su inmunidad natural y su habilidad para crear riqueza.
Y no pueden pensar claro.
Así se genera un círculo vicioso donde el débil se vuelve cada vez más débil.
Y para que no piense mucho le damos instagram, celulares y deportes, fútbol y baloncesto.
La macrobiótica nos arroja un foco de luz sobre este panorama tan inquietante: mejore la calidad de su comida y su vida mejorará y será feliz.
Podemos producir una gran calidad sólo cuando estudiamos a fondo yin y yang.
Así aún cuando no haya una buena calidad en los mercados, podemos transmutar esa baja calidad en nuestras cocinas, con elementos simples como el fuego, la sal, el tiempo y las combinaciones de los alimentos.
Por eso cuando hablan de la dieta macrobiótica a mi me parece que no han entendido bien.
En 1945 los sobrevivientes a la bomba atómica no lo hicieron gracias a una dieta sino a una aplicación de yin y yang según las directivas del maestro Ohsawa.
Porque se trata del arte más creativo del mundo; se trata de crear la vida, la vida más grande y poderosa partiendo de lo más simple, lo más económico, lo más sencillo.
Claro que en ciertos entornos en mas fácil.
Y en otros es más difícil.
Pero la paradoja de la vida indica que donde es más fácil la gente no lo valora.
Nuestra calidad de vida sólo mejorará cuando mejoremos la calidad de nuestra comida.
Porque la comida proviene de nuestro medio ambiente, y el medio ambiente es parte de este universo en el cual existimos.
Quien elige los alimentos en base al sabor y aspecto no demuestra sabiduría porque renuncia a la salud infinita por un poco de placer.
En Navidad se celebra la importancia de la familia.
La familia nos asegura esa alta calidad de comida que nos protege y nos fortalece en medio de un mundo lleno de desafíos.
Pero la mayor parte de las familias se reúnen para gratificarse sensorialmente.
Así unen esfuerzos para que en sus reuniones el foco esté en la cantidad y no en la calidad.
Creen que tienen calidad, porque para la mentalidad actual, calidad significa más sabor, más estética y más placer.
Pero la familia macrobiótica crea la más alta calidad todos los días y no sólo en Navidad.
Y por eso nuestra felicidad dura todo el año.
Porque nuestra comida nos hace más sabios.
Y nuestra sabiduría crea una mejor comida.
Día tras día...y a ese camino lo denominamos "salud infinita".
- Martín Macedo-
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