Dos formas de verlo todo:
Elijo. Siempre estoy eligiendo. Consciente o no. Me guste o no.
Mientras caminemos por acá la elección es inevitable.
Veo todo como una oportunidad de crecer, de aprender aquello que me falta por aprender.
De evolucionar. De madurar. Como un maestro que es.
La chance de elegir diferente donde antes elegí de cierta manera.
De moverme. De cambiar. Pegar un salto.
O veo "eso" como un drama, una tormenta, un problema.
Un motivo para escaparme. Huir. Separarme.
Seguir durmiendo en lo cómodo. Un justificativo para evadir desde el berrinche.
Elijo a cada instante como quiero mirar.
Y en ese elegir defino, ni más ni menos, el resultado que obtengo de cada evento, cada encuentro. Nunca casual.
Es en ese elegir en el que determino lo que finalmente acabo obteniendo. Obtengo lo que pongo. Recibo lo que doy.
Abrazo el evento o lo repelo. Me enojo y pataleo. Puteo.
No puedo recibir algo diferente a lo que doy.
¿Doy aceptación, apertura al aprendizaje, mente abierta, rendición humilde a lo que a mi viene pidiendo ser atendido, para que me enseñe, reconociendo que no lo sé todo ni mucho menos ? ...
¿O Doy rechazo, forcejeo, cerrazón. La soberbia arrogante del que se cree que lo sabe todo y que sabe lo que debe ocurrir?
"Pero...esto no es real, qué más da lo que haga, esto es un sueño"...
Quizá quienes opinan así ya no van al baño, no pagan cuentas, no comen, no se visten, no usan transporte, no respiran.
No tienen hijos, familia, parejas con las que interactúan.
No se protegen de un huracán o un tsunami.
El "no te preocupes esto es del mundo dual, no es real", es un llamado a la parálisis. Un canto de sirena. Algo un tanto perverso. Morboso. Lasera.
Se oye mucho por estos tiempos esta invitación a la huida irresponsable de lo que me corresponde, en formato de consciencia elevada.
Sin duda es más romántico. Más cómodo. Más "místico".
Pero no deja de ser un llamamiento a seguir durmiendo el sueño de la separación con formato de unión. Dañino por donde se le perciba.
UNIÓN realmente a algo, es mirarlo como el maestro que es.
Una oportunidad. Y abrazarla para aprender de eso y obrar entonces en consecuencia. En relación.
Un obrar que puede incluir hacer o no hacer. Pero que siempre, inevitablemente, involucra un "mirar ahí". Relacionarme. Vincularme. Lazos.
Separarme y seguir durmiendo es dar la espalda y hacerme el desentendido, total "es ilusión, es dualidad".
Esta idea deja al oyente o al lector estático, paralizado, inmóvil, ante un llamamiento completamente irresponsable, huidizo, evasivo y cobarde. Mentiroso. Mentiroso de parte de quien lo esgrime. Porque quien lo hace, luego de escribir o de emitir tal pensamiento con cara de "ya me desperté, giles", sale a comerse una milanesa o a vestirse para salir a precisamente "hacer lo que de él o ella se requiere", para seguir funcionando en un mundo que aún, mientras caminamos por aquí, requiere de nosotros un accionar responsable y de esa manera, solo desde la responsabilidad poder finalmente, ir dando los últimos paso de salida del laberinto.
Mientras no elegimos responsablemente, argumentando que "no hay nada que elegir aquí", tomando esta frase de manera descontextualizada e inmadura de donde fue leída, el sueño se prolongará por mucho tiempo y con ello el dolor del que sigue soñando, fantaseando que desde la fraseología espiritual algún día despertará.
Fernando Mastronianni
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