Como dice una antigua canción infantil..."un pequeño y un gigante se encontraron una vez".
Pero en realidad siempre estuvieron juntos, siempre van juntos, no pueden vivir separados.
El pequeño yo y el gran yo.
Todos somos grandes....... todos somos pequeños.
Hay grandeza en ti dicen los maestros espirituales.
Pero también hay grandeza en la hormiga, en la gota de agua, en una semilla de trigo.
Hay grandeza en un virus.. ....¿acaso no han puesto de rodillas a la comunidad científica en más de una ocasión?
¿Entonces cómo puede haber gente con baja autoestima?
Podemos ver la vida desde la perspectiva del yo pequeño.
O podemos verla desde la perspectiva del yo grande.
Si no estudiamos, si no recibimos una educación de verdadera sabiduría, si no hallamos buenos mentores, inevitablemente veremos la vida toda fragmentada.
Y en esa fragmentación hallaremos todo tipo de hostilidades, enemigos, peligros y nos sentiremos en constante peligro.
Aparece el llamado estrés y todas sus consecuencias negativas para la salud.
Sólo el cultivo espiritual, el desarrollo espiritual, puede crear una fuerte toma de conciencia de nuestra naturaleza infinita y todopoderosa.
El desarrollo del cuerpo en el gimnasio no lo hará.
El desarrollo del intelecto en la universidad no lo hará.
El pertenecer a una religión no lo hará.
Cada uno debe tomar la iniciativa de buscar el desarrollo del espíritu, porque allí está nuestro tesoro.
Es invisible como la semilla que está bajo tierra.
Nadie sabe dónde está la semilla.
Y tampoco importa.
Sólo importa saber que en algún momento se expresará en el mundo visible.
La certeza de que nuestro tesoro invisible terminará por hacerse visible.
No importa cuándo se hará visible.
Importa saber que está y que nos pertenece.
Y andar por la vida con esa confianza.
Como el hijo de un multimillonario que sabe que tarde o temprano papá le dará todos los millones que él podrá usar para vivir la vida de un rey.
Y esa certeza es la fe.
La fe en nuestro ser infinito y omnipotente.
La fe en la grandeza que somos.
Pero nuestra ignorancia puede volvernos tan ciegos como una gran cantidad de personas que luchan angustiosamente para sobrevivir como si fueran esclavos que no tienen futuro.
Están a un pensa-miento de salir de su prisión.
Es así de simple.
-Martín Macedo-
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