Todos deseamos la felicidad.
La desea el niño con su pureza y fragilidad.
La desea el joven lleno de sueños e ilusiones.
La desea el octogenario con su maravillosa sabiduría de los años.
En mi búsqueda apasionada de la felicidad encontré las enseñanzas de G. Ohsawa.
“Si quieres ser feliz haz regalos a las personas.
Debes ejercitarte en el arte de hacer regalos cada vez más hermosos, para que aumente exponencialmente tu felicidad”.
Desde entonces me consagro a dar lo mejor de mí y doy todo hasta experimentar el vacío.
Y es maravilloso.
Y por eso amo a Ohsawa.
Y lo amaré eternamente.
Cuando un limón es exprimido hasta la última gota ha cumplido su misión.
Y esa es la felicidad del limón.
Darlo todo por la felicidad colectiva.
Pero las mentes muy racionales no comprenderán el sentido profundo y argumentarán que por más fuerte que lo intente siempre quedará un pequeño volumen residual y que el vacío absoluto es imposible.
-Martín Macedo-
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