La tarea primordial del hombre es fortalecer su cuerpo.
Una vez Georges Ohsawa lo escribió en uno de sus libros.
Al primer golpe de vista esta afirmación parece un poco materialista.
Pero Ohsawa tenía razón.
Porque no hay separación entre el cuerpo y la mente.
Entre un hueso y la galaxia más grande del universo.
El cuerpo es nuestra antena para comunicarnos con el infinito.
El cuerpo es un receptor maravilloso.
Si es fuerte atraerá grandes cantidades de energía.
Pero si está dañado tendrá un funcionamiento defectuoso.
El teléfono celular es una antena y de la calidad de sus materiales y de la excelencia de su diseño dependerá la calidad del sonido, las imágenes y la funcionalidad que permitirá o facilitará las comunicaciones.
Y por eso Apple vende tan bien a pesar de sus elevados precios.
Cuando yo era niño e incluso en algunas zonas del mundo hoy en día, los televisores reciben la señal por aire a través de una antena en la azotea.
Si le faltan partes a la antena, la calidad de la imagen y sonido será inferior.
Nuestro cuerpo es una antena; si le falta la vesícula, las amígdalas o el apéndice su habilidad para recibir energía vital disminuye como cuando se le sueltan algunas varillas a la antena que está en la azotea.
Por ello la cirugía aunque a veces salva la vida, deja a nuestra antena sin algunas varillas y la calidad de la recepción nunca volverá a ser igual.
Cada cabello es una antena y por ello los antiguos lo usaban largo al igual que las barbas.
Crear un cuerpo fuerte es fundamental para que las cosas funcionen en nuestra vida.
Si se tiene un "cuerpazo" por una gran dotación genética todo irá de maravilla durante algún tiempo, pero si no hay sabiduría, la antena se dañará por falta de atención.
Si no se lo tiene, habrá que producirlo con una voluntad de hierro.
Por ello en la antigüedad se daba una importancia fundamental a la educación física y a la nutrición de los jóvenes.
-Martín Macedo-
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