La salud infinita está cada vez más cerca.
Poco a poco lo vamos logrando.
Pero comienza con la comprensión, con la certeza.
La inquebrantable convicción de que la salud infinita está íntimamente conectada con el alimento.
Quienes verdaderamente lo comprenden se lanzan con todas sus energías a crear el tipo de alimento que la produce.
El que espera tiene esperanza; ambas palabras significan lo mismo.
Pero que el comprende comienza de inmediato a crear el entorno biológico para traerla a su vida.
A la salud absoluta, de eso estamos hablando.
A tomar clases, a conseguir las ollas, los sartenes, las cuchillas y el resto de los utensilios para crear nuestra mejor versión.
Esto es urgente, no admite demora.
Es como si se estuviera prendiendo fuego la casa.
No se va a quedar esperando a que lleguen los bomberos.
Cuando tenía 16 años yo tuve esa comprensión y ese sentido de urgencia.
No tenía trabajo ni dinero ni el apoyo de mi familia.
Pero conseguí mi primer olla a presión, conseguí los libros y tomé mis primeras clases en la asociación macrobiótica.
Encontré muchos obstáculos, pero no me rendí porque sabía que se trataba de un tesoro en el fondo del mar.
Quien comprende no posterga, no lo deja para el mes próximo.
Este domingo, no puedo, me estoy mudando.
En esta oportunidad me levanté con dolor de espalda lo dejo para la próxima.
Mi esposo está internado así que iré el mes siguiente.
Incluso una alumna me dijo que había cambiado de idea porque había mucho viento esa mañana.
El que tiene, tendrá cada vez más y tendrá de sobra.
El que no tiene, hasta lo poco que tiene lo perderá.
Esta sentencia bíblica (Marcos 4:25) se refiere a la salud infinita.
El que la tiene, triunfará en todos los campos.
Pero el que no la tiene se tendrá que contentar viendo cómo otros consiguen todos sus sueños.
La salud es un tema de abundancia.
Se trata simplemente de abundancia de energía.
La energía es abundante, todo el universo rebosa de energía e inteligencia.
El cuerpo es el receptor, el cáliz que recibe la fuerza infinita.
Pero el cuerpo debe ser fuerte, para atraer esta energía vital.
Un cuerpo débil la repele, porque yin repele yin.
Al envejecer nos volvemos yin y por eso disminuye la fuerza vital.
Pero no es por escasez porque como el aire hay de sobra.
Lo que cambia es la proporción de las dos fuerzas.
Si cambiamos la proporción por medio del alimento podemos volver a gozar de la abundancia.
Como en los mejores tiempos.
Cuando éramos fuertes y saludables.
Gracias a la herencia.
Pero ahora tendremos aún más.
Porque el que tiene tendrá cada vez más y tendrá de sobra.
La fuerza obtenida por herencia se acaba pronto.
Pero la creada por el arte culinario dura eternamente.
-Martín Macedo-
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