Durante toda mi vida, incluso en la etapa intrauterina estuve expuesto a las enseñanzas cristianas.
Algunas de éstas recién las comprendo ahora, luego de casi medio siglo de leer, releer y volver a leer.
Pero cuando se comprende un pasaje que ha costado tanto tiempo discernir, es como hallar una alhaja que venimos buscando durante años y finalmente aparece.
Es una gran emoción.
Ohsawa siempre decía en sus clases y escritos: cuanto mayor es la dificultad, mayor es el placer.
Toda mi vida escuché esa famosa sentencia que está en el evangelio de Mateo (11:23): "si le dices a la montaña...quítate de aquí y échate al mar, sin dudarlo en el corazón, la montaña se lanzará a las aguas".
Parece sencilla esta enseñanza.
Pero yo nunca vi que alguien le hablara así a las montañas.
Entonces cómo pudo haber enseñado algo así, tan poderoso, algo que en el fondo del alma sentimos que es una gran verdad espiritual.
Pero después de muchos años de escuchar y tratar de comprender, la persistencia dio sus frutos.
Siento que he captado el significado oculto de esta frase.
Nadie le habla a las montañas.
Pero si alguien imagina a una gran cantidad de rocas lanzarse en el mar, y tiene suficiente paciencia y persistencia, un día, en algún momento del futuro verá cómo toda esa montaña se precipita en el mar.
Tal vez un terremoto, tal vez una bomba atómica, tal vez una erupción volcánica o un nuevo desarrollo tecnológico.
Lo imposible se hará posible.
Porque todo lo que se imagina, cuando uno comprende lo poderosa que es la imaginación, que es una fuerza creadora invencible, viva, imparable, terminará por ocurrir.
Si imaginas tu montaña favorita arrojándose al mar, finalmente ocurrirá.
¿Pero cuánto tiempo estás dispuesto a perseverar, a seguir creyendo en tu milagro?
Si imaginas que ganas la lotería, en algún nivel ya la has ganado.
Ya puedes sentirte feliz, bendecido con la abundancia.
Esa realidad es verdad en ese nivel.
Pero los amigos te dirán: "no vemos nada, no eres millonario, no fantasees".
La imaginación vuela a la velocidad de la luz.
Pero los procesos físicos demoran más tiempo.
Uno pone la semilla pero el fruto sigue los procesos naturales.
Un pollo necesita 21 días.
Un embrión humano necesita 280 días.
La semilla es el deseo, la imagen, el propósito.
Si puedes perseverar.
Si puedes esperar.
Verás miles de montañas arrojarse al mar.
Y todos dirán que tuviste mucha suerte.
-Martín Macedo-
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