Yin y Yang lo crean y lo destruyen todo.
Todo lo que existe resulta de la interacción de Yin y Yang.
Me maravilla esa forma de ver el mundo; como un alfarero que le da forma a todo lo que existe con sus propias manos mientras hace girar su rueda.
Estas fuerzas están en un equilibrio temporal, efímero y por eso los antiguos nos enseñaron que no hay que apegarse a nada porque todo dura un momento.
Si pudiéramos controlar esas dos fuerzas como un maestro alfarero podríamos crear cualquier forma, cualquier cosa, cualquier experiencia.
Ayer miraba la película Troya protagonizada por grandes actores incluyendo al famoso Brad Pitt.
La película fue filmada en el 2004 y Brad tenía en ese momento 39 años.
Su atractivo físico es fabuloso; su interpretación como actor magnífica.
Eso se debe a su genética, una genética privilegiada.
Y ello crea su atractivo infinito.
Muchos pensarán que ese tipo de genética es algo muy raro y sólo uno entre 10 millones de personas tiene esa fortuna.
Pero yo lo analizaba con los lentes de Yin y Yang.
¿Será la genética?
Porque hoy Brad Pitt tiene 59 años.
Su genética es la misma, pero si se filmara Troya hoy no tendría ese fabuloso encanto, ni esa fabulosa belleza, ni ese gran atractivo.
A los 39 tenía algo que ya no tiene a los 59 años.
Veámoslo con los lentes de Yin y Yang.
En 2004 Brad Pitt era mucho más Yang que ahora.
Ahora está muy yin, toda su magia se apagó y no se debe al simple paso de los años ya que otros actores como Anthony Hopkins mantuvieron su estrella hasta más allá de los 80.
La genética de Brad no cambió; lo que sí cambió fue su equilibrio de energías.
Su falta de disciplina, sus excesos con el alcohol lo yinnizaron y hoy en día es sólo un hombre corriente que tiene muchas anécdotas que contar.
Ya no es un dios, porque ese Yang poderoso que tenía en Troya se esfumó.
Todos los grandes actores trabajan muy duro.
Ellos mismos reconocen que el talento de nada sirve si no trabajan duro.
Lo que no saben es que el azúcar, las frutas y los alimentos industrializados pueden acabar en unos pocos años con su infinita belleza y atractivo.
Lo que cambió fue la proporción de yang.
Porque atribuir todo a la genética es una simplificación ingenua.
Si Brad estudiara la macrobiótica y la practicara a fondo podría recuperar su atractivo a sus 59 años.
Cuando una estrella se apaga es debido a un exceso de Yin.
Pero si se vuelve a acumular Yang en el interior una nueva estrella surgirá.
Y cuando surge una estrella la gente lo celebra.
Porque las estrellas llenan de luz este mundo.
Espero muchas nuevas estrellas entre los estudiantes de macrobiótica.
Estrellas disciplinadas que brillen 50 o 60 años.
E inspiren a millones a estudiar la gran Ley.
La Ley que crea las estrellas.
La Ley que destruye las estrellas.
-Martín Macedo-
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