jueves, 12 de enero de 2017

¿Te haces la pregunta adecuada?.

Gregg Braden nos plantea una pregunta que cambiará nuestra vida. Reflexionemos sobre lo que nos expone…Vivimos en una época en la historia de nuestra civilización, en la historia de este mundo, sobre la que los expertos nos dirán que es una época diferente a cualquier otra de la historia de la humanidad. Nunca nos hemos enfrentado a tantas crisis importantes que deban resolverse a corto plazo: desde el hundimiento del sistema económico mundial, a la forma que tratamos el cambio climático, la desaparición de los recursos vitales, cómo resolvemos nuestros problemas en otros lugares del mundo sin utilizar la guerra; a las otras muchas crisis con las que nos enfrentamos ahora..

La manera que tenemos de resolver nuestros problemas como personas, como comunidades, como naciones, realmente no es tan diferente. Tendemos a resolver cada problema de nuestra vida por medio de la lente que decidimos que describe nuestra relación con el mundo. Todos tenemos una manera de mirar al mundo, y cuando miramos a través de la lente de nuestra experiencia en el mundo, establecemos cómo resolvemos nuestros problemas.

Si vives en el mundo moderno, gran parte de esa lente proviene de la Ciencia de los últimos 150 años

Los nuevos descubrimientos muestran ahora que la ciencia de los últimos 150 años es incorrecta en ciertos casos, que en algunos casos se equivoca. Si no podemos asimilar los descubrimientos nuevos en la forma en que pensamos y nos vemos a nosotros mismos y al mundo, ¿cómo podremos resolver los problemas que contemplamos hoy?

La gente me pregunta: Gregg, el mundo cambia, ¿qué significa eso para nuestros trabajos, para nuestras profesiones, para la forma que tratamos a nuestras familias?, ¿y dónde aplicamos nuestra pasión, cómo tratamos al nuevo mundo que surge?

Esta es mi respuesta para todos ellos:

Las hipótesis falsas de la ciencia nos han llevado a creer que estamos separados de nosotros mismos; que no tenemos poder sobre nuestros cuerpos; que estamos separados unos de otros y del mundo que nos rodea; que la civilización es lineal, que ha sucedido una y otra vez y que somos la cima, la civilización más compleja que haya existido jamás; y que la competición violenta es la manera de resolver nuestros problemas.

Esas falsas hipótesis son ideas antiguas. Nuestros propios científicos nos dicen ahora que todas ellas son erróneas. La nueva Ciencia nos demuestra que estamos profundamente conectados con nuestros cuerpos, que estamos en conexión profunda unos con otros y con la Tierra. Que la civilización es cíclica y que si tenemos la sabiduría de reconocer los ciclos del pasado, podremos aprender de ello y aplicar al mundo de hoy lo que nuestros antepasados aprendieron. Esto podría ser lo más importante de todo: que la mejor ciencia de nuestra época nos muestra que la Naturaleza no se basa en la idea de Darwin de la supervivencia del más fuerte, sino en lo que los biólogos denominan “cooperación y ayuda mutua”.

La lucha competitiva ocurre, todos lo hemos visto, pero sucede como respuesta a condiciones y circunstancias especiales, no es la regla de la Naturaleza. Por esto es importante: si podemos acoger los nuevos descubrimientos de la mejor ciencia de hoy, que nos dice que estamos conectados con nosotros mismos, que estamos en conexión unos con otros y con la Tierra, que vivimos en un mundo de cooperación, eso cambia la forma en que nos han enseñado a pensar en nosotros mismos y en el mundo.

Así que, cuando nos preguntamos “¿qué puedo hacer?”, “¿qué puedo hacer con mi vida?”, “¿cómo elijo un trabajo o una profesión?”, “El mundo está cambiando, lo que yo solía hacer ya no puedo hacerlo, ¿y ahora qué hago?”… Estas son grandes preguntas.

Según la antigua forma de pensar nos haríamos esa pregunta que dice: “¿qué puedo sacar yo del mundo que existe?

”Consciente o inconscientemente, eso forma parte de nuestra manera de pensar: “¿qué puedo sacar yo del mundo que existe?”

Los nuevos descubrimientos científicos nos dan ahora una razón para cambiar esa pregunta. Y la pregunta nueva es: “¿QUÉ PUEDO DAR, QUE PUEDO COMPARTIR, CON QUÉ PUEDO CONTRIBUIR, QUÉ PUEDO OFRECER AL MUNDO QUE SURGE?”. Cómo respondamos a esa pregunta lo cambia todo. Cómo respondamos a esa pregunta abrirá la puerta a nuevas posibilidades que no están limitadas por el título académico que hayamos conseguido, ni por nuestros conocimientos, ni por el dinero que tengamos. Eso abre la puerta a la posibilidad de ver a dónde nos lleva nuestra pasión, porque ya no decimos “¿qué recompensa obtendré?”, sino que decimos “¿con qué puedo contribuir?”.

Y gracias a esa contribución la vida nos recompensa. Eso ocurre una y otra vez.

 Quiero dar un ejemplo muy claro: vivo en el campo. Mi esposa y yo vivimos en una zona agrícola al norte de Nuevo Méjico, en los EEUU. El hundimiento económico de 2008 golpeó muy fuerte a todos en nuestra zona. Un amigo mío que es constructor, que construye casas para la gente, me contó que 2008 fue el primer año en el que no hubo licencias de construcción de casas nuevas. Ninguna en absoluto en el norte de Nuevo Méjico. Me dijo, “¿qué voy a hacer?. Soy constructor, trabajo con mis manos, construyo casas, buenas casas… Pero ahora la gente no las necesita”. Así que se hizo a sí mismo la pregunta: “¿qué puedo compartir con el mundo que surge?, ¿qué necesita la gente?”. Me dijo, “ya sabes que la gente no necesita casas ahora mismo porque ya las tienen. La gente tiene que aprender a cultivar sus propios alimentos”. La gente no aprendía, no sabía cultivar sus propios alimentos. Los inviernos eran duros, los alimentos estaban caros… Y dijo “voy a juntar las habilidades que aprendí construyendo casas y voy a construir invernaderos. Toda clase de ellos. Voy a a hacer algunos mas pequeños que la gente pueda tener en la encimare de sus cocinas. Voy a construir algunos mas grandes que uno mismo pueda montar, o que pueda tener tantos como quiera. Voy a hacerlos de modo que la gente pueda usarlos los 12 meses del año, ya que están cerrados para que no importe la temperatura que haga”. Y eso es exactamente lo que hizo. Y ahora tiene más éxito construyendo invernaderos para ayudar a la gente, que el que tuvo construyendo casas. Ni siquiera se si volverá a construir casas algún día porque ahora esto es su pasión. Y todo lo que hizo fue plantearse la pregunta:

“¿QUÉ PUEDO COMPARTIR CON EL MUNDO?”, “¿CÓMO PUEDO RESPALDAR CON MI PASIÓN Y MIS HABILIDADES LO QUE EL MUNDO NECESITA AHORA?”.

Para hacerlo tuvo que abandonar la idea de lo que había hecho en el pasado, a la que se aferraba.

Es una invitación para todos nosotros. Me hago esa pregunta a diario al menos una vez, a veces más: “¿qué puedo aportar en esta situación, cómo puedo contribuir?”. No digo “¿qué puede interesarme de ello?” porque no lo sé. Lo que se es que si puedo compartir con el mundo a mi alrededor, de alguna manera el mundo que me rodea va a apoyar lo que yo espero lograr. Y eso es una comunidad. Tanto da que sea mi familia, o mis vecinos, o entre naciones. Una comunidad de apoyo con estos principios profundamente arraigados, donde aprender a cooperar y a ayudarse unos a otros a transcurrir por uno de los momentos mas difíciles de la historia mundial.

“¿QUÉ PUEDO DARLE AL MUNDO QUE EMERGE?”. Esa es mi pregunta.


– “La pregunta que cambiará tu vida” Gregg Braden

No hay comentarios:

Publicar un comentario