- Si llevas las velas recogidas, ¿por qué te quejas de no tener buen viento que te impulse?
- Si llevas enrollada tu bandera, ¿por qué te quejas de que los demás no se contagien de tu verdad?
- Si te sientas a la primera piedra, ¿por qué te quejas de quedar siempre en medio del camino?
- Si a la hora de la tempestad desistes de llevar el timón, ¿por qué te
quejas de tantos tumbos y de tanto andar a la deriva?
- Si a la hora del dolor emponzoñas y ahondas la herida, ¿por qué te quejas de no poder cicatrizarla?
- Si lo que transmites es inquietud y desazón, ¿por qué te quejas de quedarte cada día más solo?
- Si a la hora de cooperar te encierras en tu concha, ¿por qué te quejas de que el oleaje te pase por alto y barra contigo?
- Si a la hora de hacer un recuento estás inconforme, ¿por qué te quejas si no has sabido vivir?
- No abres surcos y anhelas siembra.
- No nutres raíces y deseas tronco.
- No pasas savia, y ansías frutos.
- No te haces maduro, jugoso y sazonado, y sueñas con que todo te florezca.
- No andan tus pies, y quieres huellas.
- No trabajan tus manos, y quieres obras.
- No abres tus ojos a la vida, y quieres luz.
- ¿Por qué pides, si no sabes dar?
- ¿Por qué reclamas, si nada te funciona?
(publicado en blog "sabiduría de nuestros hijos")
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