Las palabras tienen el poder de crear o destruir. Nuestra forma de hablar no solo afecta la manera en que los demás nos perciben; sino que también afecta nuestra formas de ser. Las palabras definen nuestro mundo y nuestra forma de pensar. Hay dos palabras de nuestro vocabulario que la escuchamos (y la usamos) frecuentemente que lo único que hace es confundir a nuestro cerebro, estas palabras son el “pero” y el “tengo que ...”.
La mayor parte de las veces cuando hablamos, aunque estemos diciendo cosas expansivas y motivacionales, solemos agregar ese “pero” que sin darnos cuenta, es capaz de cambiar radicalmente nuestra conversación, dándole un enfoque opuesto, limitante y escaso. Por ejemplo, en lugar de decir “quiero ir al cine pero tengo que trabajar”, podemos decir “quiero ir al cine y requiero trabajar” y cambia totalmente el sentido de la expresión la primera es excluyente, la segunda forma es incluyente.
Lo que se genera cuando haces este intercambio de palabras, es que en lugar de crear un conflicto con la palabra “pero”, cuando la cambias por “y” obligas a tu cerebro a procesar ambas partes de la frase. Dicho de otra manera, si regresamos a la frase del ejemplo, en lugar de pensar que sólo tienes la opción de trabajar, te estás dando la oportunidad de encontrar una solución para hacer ambas cosas; pudiendo simplemente elegir una película más corta o delegar parte de tu trabajo, es decidir desde el todo, la abundancia, podes tenerlo todo, no es esto o aquello son ambas.
La segunda frase que requerimos eliminar de nuestro vocabulario para lograr el éxito es “tengo que ...”. El problema del uso de esta frase radica en que "nos hace sentir obligados a hacer algo", y es capaz de hacer que en nuestra mente empecemos a crear una lista interminable de tareas pendientes, y que muchas veces solo están en nuestra imaginación o muchas de ellas no son tan importantes. La próxima vez que pienses en algo que requieres hacer, en lugar de decirte “tengo que hacer”, cámbialo por “quiero hacer”.
Cuando haces este intercambio de frases, logras tomar una mayor consciencia de lo que haces en tu vida, incluso de aquellas cosas que podrías considerar que son desagradables pero que has elegido realizar. Al momento de tomar desafíos la expresión “quiero hacer” es muy poderosa, no así el “tengo que...” El desafío del “quiero hacer” una determinada tarea es muy superior al del “tengo que hacer” determinada tarea, inyectan diferentes energías, la primera te impulsa para adelante, la segunda te frena, es como si hicieras la tarea a media máquina, con baja energía.
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