domingo, 5 de febrero de 2012

El Don de la Auto-Profecía

Una profecía (del latín prophetīa, y este del griego προφητεία, o quizá del griego φαινος, aparición) es, en la primera acepción del Diccionario de la lengua española de la Real Académica Española, un "don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras". Se le llama popularmente "profecía" a la predicción de eventos futuros que no pueden ser conocidos por medios naturales. La palabra Hebrea hozeh (profecía) indica una "visión" o "revelación interpretada". El significado de la palabra profecía nos remite a un don sobrenatural que nos permite predecir el futuro. 

Parto de la certeza de que todo lo que estoy recibiendo del Universo es el resultado de lo que emito, es la cosecha de una semilla que en algún momento sembré. Y, si esto es así, no puedo menos que pensar que mínimamente tengo la posibilidad de saber de antemano -sin apelar a un don sobrenatural ni a la inspiración divina- los resultados que obtendré en mi vida. 

Es la certeza de mi total Responsabilidad en lo que estoy recibiendo del Universo, siempre vinculado a la forma que actué en el pasado y como estoy actuando en el presente. Por lo menos a mí me sucede que, cuando tomo una decisión desintegra (sin importar la dimensión, importancia, consecuencia), algo me hace ruido, estoy incómodo con la acción realizada y ya se que, inevitablemente y en algún momento recibiré un quiebre que restará y que significará una señal del camino equivocado que estoy tomando. Esta señal me permite rectificar la senda de la transformación y la Luz.

Podemos hacer uso del "don de la auto profecía" todos, sin excepción. Esto es, saber por anticipado que estaré recibiendo del Universo, acá no vale la queja, ni ubicar la responsabilidad de mi existencia en un Otro. Obviamente, como condición para que esto suceda, es imprescindible hacernos cargo de nuestras vidas (esto es "remangarnos", luchar por lo que queremos y creemos mejor para nuestras vidas, responsablizarnos de nuestra vida), de nuestras decisiones, sabiendo que todo, si, todo lo que recibo, depende de mí, de aquella semilla que en algún momento sembré. 

Todas las situaciones de mi vida y en la vida de cualquier ser humano, es el propio ser humano que lo esta recibiendo, el que causa y genera esa situación y por lo tanto es -soy- el único responsable de que eso este aconteciendo, de que eso haya acontecido y se haya visto movido mi estado "normal" en la vida cotidiana. 

Desde esta interpretación no cabe apostar a la “mala suerte”, ni a la “buena suerte”, directamente no existe el concepto vulgar de “la suerte” no existen las “enfermedades”, no existen las “casualidades”, no existen los “accidentes”, no existen las “injusticias”, no existe un dios que premie o castigue, que nos diga que hacer en cada momento, esa tarea nos las dejo a nosotros. 

Creer en la “suerte”, en las “casualidades”, en los “accidentes”, en las “injusticias”, en un dios que premia o castiga, es justamente la enfermedad y la irresponsabilidad de los seres humanos. La llamadas “enfermedades”, “accidentes”, “casualidades”, son eventos que generamos nosotros y que permiten, a modo de señal o síntoma, observar que estoy haciendo (sembrando), que no estoy haciendo, como lo estoy haciendo (como estoy sembrando) , etc, reorientando mi vida por el camino de la transformación hacia INTEGRIDAD y la Luz.

Por eso, cuando se trata de transformar mi forma de ser y ascender por los peldaños de la escalera de la espiritualidad, poseemos la cualidad del albedrío, es decir, decidimos en cada momento la semilla que sembraré (en buen estado o en mal estado). Una persona reacciona y comete una acción “desintegra” (miente, roba, mata, pelea, agrede, etc.) de acuerdo con el principio de “causa y efecto” debería producirse una retribución “negativa” inmediata (un quiebre que resta). Sin embargo no sucede así, hay siempre una distancia entre causa y efecto que impide que percibamos la conexión entre los sucesos que acontecen en nuestras vidas. Quizás hemos decidido plantar una “semilla de la desintegridad” hace muchos años atrás, pero cuando esta germina y nace la planta y vemos el árbol, nos hemos olvidado de la semilla y el tiempo de siembra, y la única cosecha serán frutos en mal estado y surge la pregunta ¿por qué a mí?. ¿Cómo? ¿No te acuerdas de tu pasado?.

Parece como que lo que estoy recibiendo es resultado del "azar", de la "casualidad" y nos perdemos que siempre, si, siempre, se "cosecha" lo que se "siembra" aún habiendo una distancia inconmensurable entre causa y efecto (siembra y cosecha). Sin embargo todas las cosas del Universo se interrelacionan y cada una influye en la otra en forma sincrónica, operan al unísono, como unidad y como yo soy para de esa equilibrio maravilloso, estoy influyendo directamente en mis resultados. En cada instante, ante cada acto de mi vida, decido -conciente o inconcientemente- ser responsable o irresponsable. Por lo tanto y como hemos afirmado en otros momentos hay una única forma de obtener resultados contundentes que sumen en mi vida, que me lleven a la tan proclamada armonía, bienestar, paz, aceptación y esta forma es pararnos desde la INTEGRIDAD. 

Si mis decisiones están alineadas a la INTEGRIDAD y asumo la RESPONSABILIDAD TOTAL por mis decisiones y acciones, sin poner en el afuera la responsabilidad de mi vida y de lo que estoy recibiendo, tengo a mi disposición una herramienta muy poderosa, pragmática y bien concreta para orientar mi vida hacia la armonía, la paz, la aceptación y en consecuencia ambicionar proyectos, proyectarme en mi Misión, en lo que identifique viene hacer a este mundo. 

Es lo del principio, tengo en mis manos el "don de la auto-profecía", esto es, tengo en mis manos un arma poderosa para transformar mi vida hacia la Luz, siendo INTEGRO cada vez que decido y actúo en cualquier dimensión de mi persona y en todo momento y asumiendo la total RESPONSABILIDAD de mi vida.

Daniel Corsino


"Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas, fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido.
Lo que niegas te somete.
Lo que aceptas te transforma."
C. G. Jung

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