martes, 23 de febrero de 2021

Hay amores que duran para siempre, aunque no estén juntos

 Siempre te dije que formarías parte de mí para toda la vida, siempre te dije que ocuparías en mi corazón ese espacio como tú solo sabes hacerlo, que nadie podría sustituir tus caricias en mi piel y sobre todo en mi alma, eres parte de mí y eso nada lo podrá cambiar, pretender que nuestro amor terminará por el hecho de no estar juntos físicamente no es más que una ilusión, uno de esos chistes que no entiendes, pero que quizás te sonríes por aparentar.

Tal vez fuimos exagerados para pensar que por siempre estaríamos juntos, sin embargo, pienso que más bien fuimos conservadores, que lo nuestro va más allá de lo entendible, de las dimensiones que acá manejamos, nuestro amor sencillamente durará para siempre, ese “para siempre” que rompe las fronteras entre la vida y la muerte y nos lleva sencillamente al infinito.

Cuántas historias de amor concluyen sin que ese amor que sentían se vea afectado, cuántos “ése es el amor de mi vida” escuchamos pronunciar de personas que piensan a lo lejos en ese ser especial.

El amor es el sentimiento más puro y más resistente si es verdadero, si se manifiesta sin apegos y sin necesidades, es incondicional y eso incluye considerar que las personas que lo viven puedan estar separadas o haber concluido una relación.

Son muchos los motivos por los cuales una pareja puede decidir terminar una relación amorosa y en muchos casos el amor, si a ese punto no lo ha hecho, se va desvaneciendo a medida que pasa el tiempo. Sin embargo, en muchos casos el amor permanece a pesar de la ruptura, a pesar de las circunstancias y del tiempo transcurrido. Son amores que se atesoran en el corazón quizás para solo susurrarlos de vez en cuando, con la intención de que únicamente nosotros los escuchemos.

Los amores que perduran una vez acabada la relación pueden representar un problema para las personas que lo viven, puesto que pueden manifestarse como una limitación para estar con quienes resulte más viable entablar una relación.

Hay quienes pasan toda su vida solo esperando volver a estar con una persona, hay quienes idealizan en su mente a quienes aman y nadie puede alcanzar los altos estándares que despierten un interés real y existen los que conscientes de que la relación terminó y que seguirán amándose retoman sus vidas de la mejor manera.

Definitivamente la condición preferida por la mayoría para experimentar el amor es estar juntos, contar con esa persona, sentirla y tenerla, pero si esto no es posible, se debe, sin pretender arrancar ese amor de la mente y del corazón, darle un lugar que no interfiera con lo que resta de vida.

Vivir el amor parece cotidiano, pero no muchos llegan realmente a sentirlo, así que independientemente de la conclusión es conveniente agradecer por la experiencia, por la satisfacción que genera vivir ese sentimiento, con la intensidad necesaria como para que resulte en un placentero para siempre.

-Sara Espejo-

sábado, 20 de febrero de 2021

La persona

 La Persona (en latín, «máscara» del actor) representaría el arquetipo de la Máscara dentro de la conceptualización de la psicología analítica de Carl Gustav Jung.

Comienza Jung planteando en su obra Tipos psicológicos el hecho claro de que un individuo normal nunca puede manifestar una pluralidad de personalidades, pero sí la posibilidad en potencia de una disociación de la personalidad. También en individuos normales existen vagas huellas de una escisión del carácter. Basta observar cómo se modifica la personalidad de un individuo en distintas circunstancias, al pasar de un ambiente a otro. En cada ocasión aparece un carácter bien definido y distinto del anterior. Dos ambientes totalmente distintos exigen dos actitudes totalmente distintas. Dichas actitudes generan un desdoblamiento del carácter según el grado de identificación del yo con las mismas.
Una persona así no dispone de un carácter real, no es individual sino colectivo, correspondiendo a las circunstancias generales. Si fuese individual tendría el mismo carácter a pesar de la variedad de la actitud. No sería idéntico a la actitud correspondiente y su individualidad se expresaría en toda situación.
La persona es un complejo funcional que surge por razones de adaptación o de la necesaria comodidad, pero no es idéntica a la individualidad. La persona se refiere exclusivamente a la relación con los objetos. Hay que distinguir por tanto la relación del individuo con el objeto externo de su relación con el sujeto.
La identidad con la persona genera una identidad inconsciente con el alma. Si el yo es indistinguible de la persona, de la máscara, no es consciente de los procesos de su inconsciente, el yo sería idéntico a dichos procesos.
En definitiva, el desarrollo de la persona tendría dos peligros potenciales:
1)La sobreidentificación con la persona, el yo se identifica con la máscara. El individuo se preocupa excesivamente en adaptarse al mundo social convenciéndose de que la imagen construida constituye la totalidad de la personalidad.
2)El desentendimiento de la persona, el yo se identifica con el alma. No se presta suficiente atención al mundo exterior ocupándose exclusivamente del mundo interior. Se genera una satisfacción narcisista en detrimento de las demás personas, siendo desconsiderado, ciego y desconectado de los demás. La renuncia a este posicionamiento vendrá forzada por los duros golpes del destino.
Puede ser una imagen de 6 personas y texto que dice "6) La Persona La persona. La máscara pública o "cara externa" como Jung la denominó, detrás de la cual una persona vive de acuerdo con lo que la sociedad espera de ella. Los individuos tienen una colección de mascaras para enfrentar situaciones sociales varias."

Los 8 tipos de Personalidades que existen según Carl Gustav Jung

Carl Jung es una de las figura claves del Psicoanálisis y un influyente ensayista que fundó la Psicología Analítica. De sus teorías han quedado conceptos muy conocidos hoy en día como el inconsciente colectivo, arquetipo y complejos; sin embargo, su legado más importante en psicología es su teoría de la personalidad.
Actitud general y dicotomías:
Para Jung las personas están divididas en dos categorías de una actitud general, extravertidas, e introvertidas; y, aunado a estos, están las cuatro funciones psicológicas que nos definen: pensar, sentir, percibir e intuir.
De la combinación de estas cuatro funciones surgen los 8 tipos de personalidad de Carl Jung:
1) Pensamiento – Introvertido: A estas personas les interesa más las ideas que los hechos y están mucho mas enfocadas en sus propios pensamientos que en lo que ocurre en el mundo exterior. Se muestran interesadas, concretamente, por los pensamientos abstractos, las reflexiones y las batallas teóricas entre distintas filosofías y modos de ver la vida.
2) Sentimental – Introvertido: Las personas al ser de tipo introvertidas, son poco habladoras, pero a la vez pueden ser simpáticas y empáticas; además, pueden tener cierta facilidad para crear vínculos afectivos con un circulo pequeño, aunque tienden a no demostrar su apego.
3) Sensación – Introvertido: Están enfocados a los fenómenos subjetivos más que a los objetivos que ocurren a su alrededor, como el resto de las personalidades introvertidas. En este caso, sin embargo, estas personas están más relacionadas con los estímulos recibidos a través de los sentidos que con los sentimientos o las ideas abstractas.
4) Intuitivo – Introvertido: Son muy imaginativos y fantasean bastante acerca del futuro, al punto de dejar de lado el presente. Estas personas serian de carácter más bien soñador, que muestran desapego por la realidad inmediata y prefieren dar espacio a la imaginación.
5) Pensamiento – Extravertido: Crean explicaciones del mundo y de lo que los rodea a partir de lo que ven a su alrededor, creándose reglas casi inamovibles sobre la realidad. Estas personas no suelen cambiar muy fácilmente su forma de ver las cosas y además intentaran imponer su visión a los demás.
6) Sentimental – Extravertido: Son personas muy empáticas y tienen gran facilidad para conectar con los demás, a la vez que disfrutan mucho de la compañía. Es un perfil muy bueno para las relaciones humanas ya que cuentan con grandes habilidades sociales.
7) Sensación – Extravertido: En este tipo de personalidad se mezclan la búsqueda de las sensaciones tangibles con la vivencia con el entorno. Estas personas se sienten muy bien en interacción con los demás, y necesitan cambiar de estímulos de manera constante; son personas muy abiertas a las experiencias que nunca han vivido antes.
8) Intuición – Extravertido: Estas personas tienen tendencia a emprender todo tipo de proyectos de duración larga, de modo que cuando termina una fase se quiere empezar otra de inmediato. Les gusta mucho viajar, transformarse, interactuar con el entorno y vivir todo tipo de aventuras. Su interés en algo estará puesto hasta que lo consiga.

El apego disfrazado de amor

 Son muchos los padres que en su afán de “amar” y “proteger” a los hijos, les cortan lentamente sus alas para que jamás vuelen, para que jamás se alejen del nido.

Uno podría pensar que las parejas o que las mujeres tienen hijos para hacer de ellos personas de bien, para en ellos depositar ideas de superación, felicidad, amor y éxito. Pero no siempre sucede así. Hay familias que consideran a sus hijos como propiedades, como el medio para poder subsistir en la vejez, como el medio para sentirse acompañados y protegidos, y es así que engendran hijos con un solo fin: “no te vayas”, “no me abandones”, “qué haré si ti”, “te extrañaré”.

Historias infinitas, razones para retener a los hijos lo suficiente, miedos infundidos increíbles pero sobre todo, un apego enfermizo capaz de disolver cualquier asomo de fortaleza. Porque lo biológicamente correcto es engendrar hijos y prepararlos para el mundo, empoderarlos para que esos hijos, en su momento, puedan engendrar más hijos y la especie subsista.

Es por eso que a esos hijos se les enseña a hablar, a caminar, a vestirse, a defenderse. Porque la única misión de un padre y/o una madre, es preparar a los hijos con las herramientas necesarias.

Pero cuando uno observa a hijos mayores de 40 años, aún viviendo con los padres, sin sueños en su vida, con el único propósito de levantarse todas las mañanas para ir a trabajar todos los días, incapaces de siquiera intentar conseguir una pareja o formar un hogar propio, se descubre la verdad. Los hijos, estos hijos, dicen adorar a sus padres o al padre que siga vivo. Expresan un amor incondicional por ellos e incluso expresan que sin ellos se sienten perdidos.

Hijos de más de 40 años que no tienen una idea siquiera de lo que es buscar una vida propia, incapaces de imaginarla siquiera y aún disfrutando de que la madre aún les lave la ropa, les cocine y hasta les arregle su habitación. Hijos de más de 40 años, haciendo el papel de “niños” ante su padre ya de 60 a 70 años. Obedeciendo y siendo castigado por sus travesuras. Que a estas alturas, pueden consistir en llegar tarde a casa, o haber ido a una fiesta.

El apego mutuo, el miedo mutuo a la soledad, miedo alimentado por ambas partes. Los padres no conciben la vida sin sus hijos y éstos han sido entrenados para no poder vivir sin los padres. Una vulnerabilidad latente a enfermar gravemente si uno se aleja del otro.

Madres y padres que confunden el amor con la posesión. Madres y padres que consideran a eso “ser una amorosa familia”. Madres y padres que en su afán de aminorarles las cargas o preocupaciones a los hijos, los van menguando hasta hacer de ellos unos verdaderos fantasmas. Sin vida, sin metas, sin ilusiones.

¿Ay hijo, para qué te vas? Mejor quédate aquí y así ya no tiras tu dinerito pagando una renta, es más, tú ya tienes tu habitación y no necesitas pagar agua, luz, gas o servicios, ésta es tu casa mi amor. Bien que mal yo te puedo seguir lavando tu ropa y así estamos todos juntos.

Y ese hijo, jamás será capaz de aprender cómo es el mundo allá afuera. Y hasta es posible, que nunca sepa siquiera cómo lavar una camisa.

Porque una cosa son los hijos que sí se atreven a salir al mundo y regresan a casa ante una dificultad eventual y otra cosa son los hijos que jamás lo intentan siquiera. Y la única responsabilidad, es de los padres. Y cuántas familias conocemos que viven todos juntos en esa casa que alguna vez sólo habitó el abuelo y la abuela, pero ahora están llenas de hijos, nueras, yernos, cuñadas, cuñados, hijos, primos y los perros de todos. Hijos que en su equivocado desarrollo emocional, creyeron que enamorarse, casarse y formar un hogar, llevaba como requisito quedarse a vivir todos en esa misma casa.

Y así viven los padres, todos hipertensos, diabéticos, con dolores articulares o de huesos. Todos con problemas en las rodillas. Rodeados de esos hijos que jamás aprendieron a volar de forma independiente porque aprendieron que “vivir todos juntos” es amor. Porque aprendieron que “irse” era abandonar a los santos padres y ser unos desagradecidos.

Porque por creencias o costumbres de antes, las mujeres debían quedarse en casa, esperar a casarse, depender el marido y cuidar de los hijos. Porque por creencias o costumbres de antes, los hombres debían ser capaces de mantener a una mujer, mantener a unos hijos y trabajar como burros de sol a sol. Porque por creencias o costumbres, era obligación de los hijos, mantener a sus padres cuando éstos fueran ancianos.

Y gracias a esas creencias y costumbres, los entonces jóvenes padres, se olvidaron de ahorrar para su vejez, las mujeres se volvieron temerosas de enviudar o ser abandonadas por su proveedor y los hogares se convirtieron en tóxicos. Tal vez los todos los hijos tenían el derecho de irse pero el menor de los hijos debía quedarse y sacrificar su vida en el nombre de los padres, vivir para ellos.

Hoy esas creencias afortunadamente, han venido a derrumbarse gracias al conocimiento, gracias al entendimiento de que ni el Universo ni la biología son compatibles con ellas. Gracias a que las ideas retrógradas de sumisión y obediencia están muriendo.

Tú, eres la única persona, que justo ahora que estás joven y consciente de lo que realmente es la vida, tienes la responsabilidad de planear tu futuro y ver por ti mismo o por ti misma. Es tú responsabilidad ahorrar para vivir tu adultez y vejez. Es tú responsabilidad, conseguir un lugar propio en dónde vivir, hacer aquello que te gusta y ser autosuficiente económicamente.

Para que si te casas o nunca te casas, tú puedas salir adelante y feliz solo o sola. Para que si tienes hijos o no los tienes, tú puedas salir adelante y feliz solo o sola. Para que veas y aprendas lo que es volar feliz y sin cargas y para que tú mismo no seas la carga de otros en un futuro. Para que cometas tus propios errores y aprendas de ellos. Para que sólo o sola superes tus propios obstáculos. Para que vivas tu propia vida.

Regálate unos minutitos y siéntate a revisar qué tanto estás hoy viendo por ti. Qué tan definido tienes tus planes a futuro y mejor aún, descubre ya, de una vez, si no estás “esperando que un esposo” o “esperando que tus hijos”, carguen contigo. Porque el día que ninguno de ellos esté a tu lado, se te acabará el mundo.

Ama a tus padres, ama a tus hijos, convive con ellos, pasea con ellos. Pero recuerda que tú debes ver por ti y tú eres perfectamente capaz de volar por ti mismo. Sin cortarles las alas a los demás, ni cortando tus alas por nadie.

Fuente: Elizabeth Romero y Edgar Romero

miércoles, 17 de febrero de 2021

Puedes dar lo máximo. O puedes dar lo mínimo

 Puedes dar lo máximo.

O puedes dar lo mínimo.
Puedes ser la máxima expresión de tu talento.
O puedes ser sólo una mínima expresión.
Cuando conduces tu coche puedes hacerlo a velocidad máxima.
O a la velocidad mínima.
Cuando abres el grifo para lavarte las manos.
Puedes abrir al máximo para obtener una gran salida de agua.
O puedes abrir sólo un poquito para obtener un mínimo caudal.
Somos libres.
Podemos elegir.
¿Por qué elegir la mínima expresión de lo que eres?
¿Por qué le pides lo mínimo al Universo?
¿Por qué utilizar sólo una mínima proporción de tu potencial infinito?
¿Por qué te empeñas en ser pequeño cuando has sido creado por la grandeza para que también seas grande? Hasta un árbol da su máxima expresión y crece hasta el mismo instante de su muerte.
Las flores dan su máxima fragancia.
Las aves dan su mejor canto día tras día.
¿Y tú te conformas con decir "hago lo que puedo"?
"Hago lo máximo que puedo".
"Trato de hacer la dieta".
"Trato de meditar pero es difícil".
"Hago lo máximo que puedo y no veo resultados ".
Yo creo que te engañas a ti mismo.
Estás muy lejos de dar lo máximo.
Das sólo un 10% de tu energía y quedas extenuado.
Porque estás profundamente cansado.
Te falta salud.
Por eso das tan poco.
Y crees que das mucho.
Por eso debes recuperar tu salud urgentemente.
Para dar como los soles, las estrellas y las galaxias.
Una luz infinita.
Una belleza infinita.
Una actividad majestuosa.
El mundo espera que despliegues todo tu poder.
Para el beneficio de todas las formas de vida.

-Martín Macedo-

martes, 16 de febrero de 2021

Dios tiene una salud infinita

 

Dios tiene una salud infinita.
Porque salud es energía sin límites y Dios no tiene carencias.
Pero cuando Dios elige experimentar la relatividad.
Renuncia a la salud absoluta.
Para sumergirse en el mundo de la dualidad.
Entonces puede enfermar.
Puede experimentar todas las enfermedades imaginables.
Porque ninguna enfermedad puede existir como tal si antes no fue imaginada.
Él puede padecerlas todas.
Hasta las más graves.
Y curarlas todas.
Porque todas las cosas son posibles para Él.
Porque su mente es sin límites.
La chispa divina vive en todas las formas de vida.
También en el humano hay un destello de Dios.
Y con ese destello.
Alcanza y sobra para que el hombre pueda curar todas las enfermedades.
Y erguirse orgulloso.
Como un gran guerrero que habiendo vencido a los adversarios más poderosos.
Alza su espada hacia el cielo para que un rayo de sol se refleje sobre su afilada hoja.

-Martin Macedo-

El espíritu está dispuesto pero la carne es débil

 Se nos ha dicho muchas veces en la formación religiosa tradicional: "el espíritu está dispuesto pero la carne es débil".

¿Entonces por qué te nutres básicamente de carnes animales?
Si la carne es débil y tú te nutres de carne, serás débil.
La carne es yang y el espíritu es yin.
El desarrollo espiritual es yin, el desarrollo de la sabiduría y del entendimiento pertenecen al ámbito de lo yin.
Y por lo tanto se potencian con la energía yin del alimento vegetal.
Los esquimales y algunos pueblos nómadas se nutren casi exclusivamente de derivados animales por razones climáticas o geográficas.
Ellos son saludables porque se nutren únicamente de productos de la naturaleza, pero su desarrollo intelectual, espiritual es reducido, ya que muchas veces no tienen un lenguaje escrito ni registros de ninguna clase.
La cultura surgió donde se establecieron prácticas agrícolas regulares que permitieron asentamientos estables y cada vez más grandes.
La carne es débil, es decir nuestro yo físico.
El espíritu es fuerte, allí está nuestra grandeza y nuestro poder; el espíritu es invisible porque es yin.
Y si queremos una vida grande debemos expandir nuestra visión de la vida y crecer espiritualmente.
En el gimnasio se esfuerzan para desarrollar el cuerpo.
Y sus cuerpos tonificados son su máxima gloria.
Pero la verdadera grandeza, la verdadera felicidad está en el desarrollo de la mente, de las grandes ideas, de los grandes proyectos e incluso de los grandes cuerpos musculosos que primero fueron una idea.
El yo pequeño, la carne, está lleno de límites y prohibiciones; códigos morales y legales, controles y burocracia.
Los impuestos siempre se imponen sobre el yo pequeño, porque es visible y fácil de identificar.
Pero el gran yo, el verdadero valor del humano, es invisible y allí están todos los tesoros, todas las riquezas, todos los millones de cosas bellas para extraer.
También todos los horrores porque la dualidad está por todo el Universo.
Quien descuida el desarrollo del espíritu y de la mente y sólo se ocupa de los aspectos vinculados al yo pequeño, de carne, frágil y temporal se parece mucho a un gorila que todo el tiempo se ocupa de la supervivencia de su forma.

-Martín Macedo-