sábado, 16 de enero de 2021

Inocencia, ignorancia y sabiduría

 

Todos los seres humanos nacemos en la inocencia, somos condicionados para vivir en la ignorancia y solamente en algunos casos nos atrevemos a iniciar el camino hacia la sabiduría, el cual pasa irremediablemente por conocernos a nosotros mismos.

Con respecto a la creación de nuestro sistema de creencias y, por ende, de nuestra identidad, los seres humanos atravesamos tres etapas, tal y como describe el sabio Gerardo Schmedling. La primera se conoce como el estadio de «inocencia», que se produce desde que nacemos hasta los diez años, aproximadamente. Cabe señalar que durante nuestra infancia nos creemos indiscriminadamente todos los mensajes procedentes de la sociedad en general y de nuestros padres en particular. No importa quién nos lo diga y da igual qué nos digan. Nos lo creemos porque somos inocentes: no tenemos ninguna referencia con la que comparar o cuestionar la información que nos llega del exterior.

Por medio de estas creencias de segunda mano vamos creando nuestra personalidad. Es decir, nuestro falso concepto de identidad. Al ser niños indefensos, no podemos protegernos de la poderosa influencia que ejercen los demás en nosotros. Esta es la razón por la que solemos cargar en nuestra mochila emocional los miedos, las carencias y las frustraciones de la generación que nos precede. En el estadio de inocencia somos esponjas que lo absorbemos todo, sin preguntarnos si eso que absorbemos es realmente lo que nos conviene absorber.

La segunda etapa en el proceso de construcción de nuestra identidad se denomina «ignorancia», la cual suele comenzar durante la pubertad. Una vez ya se ha conformado nuestro sistema de creencias, empezamos a pensar y a comportarnos en base a la programación con la que hemos sido condicionados. Y dado que este condicionamiento está compuesto por creencias limitantes y erróneas, nos sentimos profundamente inseguros, acomplejados y confundidos, lo que ocasiona nuestra primera gran crisis existencial. Además, en la medida que vivimos y funcionamos a partir de estas creencias ajenas, la programación inculcada se va consolidando en nuestro modelo mental, el cual se proyecta físicamente por medio de nuestra personalidad.

LA REPROGRAMACIÓN MENTAL
“Saber que se sabe lo que se sabe y saber que no se sabe lo que no se sabe: en eso consiste la sabiduría”
Jean Baptiste Alphonse Karr

Al repetirnos una y otra vez determinados mensajes e ideas escuchados en nuestra infancia sobre lo que hemos de ser, hacer y tener para ser aceptados como individuos normales por la sociedad, finalmente terminamos convirtiéndonos en eso que creemos ser. Y lo cierto es que muchos nos quedamos anclados en esta fase de ignorancia el resto de nuestra vida. Dado que cambiar las creencias con las que nos sentimos identificados implica remover pilares muy profundos de nuestra psique, algunos no volvemos a modificar la información interiorizada a los 18 años.

Si bien todos pasamos por la inocencia –ausencia de información– y la ignorancia –información errónea y limitante–, la tercera fase es opcional. Se la conoce como «sabiduría», y consiste en manejar información verificada a través de nuestra experiencia. Esta etapa comienza el día que nos comprometemos con mirarnos en el espejo para cuestionar las creencias con las que de pequeños fuimos educados. Así es como empezamos a ir más allá de nuestro falso concepto de identidad.

En paralelo a este proceso de autoconocimiento, comienza la denominada «reprogramación mental». Y ésta consiste en modificar todas las creencias limitadoras que hemos absorbido de forma inconsciente por creencias potenciadoras, alineadas con la información de sabiduría que hemos corroborado de forma consciente. Así, en la medida que vamos desenmascarando aquellas creencias que nos comportan malestar –como que nuestra felicidad depende de algo externo– las vamos sustituyendo por nueva información verificada, como que nuestra felicidad sólo depende de nosotros mismos.

En este punto de nuestro camino evolutivo adquiere una enorme importancia confirmar la veracidad o falsedad de los dogmas que nos han sido impuestos. Más que nada porque la mentira es el alimento de nuestro instinto de supervivencia emocional. De ahí que haga engordar nuestro egocentrismo y, por ende, nuestro nivel de malestar y sufrimiento. En cambio, la verdad es lo que nutre nuestra auténtica esencia. Es decir, todos aquellos pensamientos que dejan paz y armonía en nuestra mente y todos aquellos actos que dejan paz y armonía en nuestro corazón.

Este artículo es un extracto del libro “El sinsentido común”, publicado por Borja Vilaseca en septiembre de 2011.

miércoles, 13 de enero de 2021

Visualicen, visualicen...

 Visualicen, visualicen....decía insistentemente Wayne Dyer.

Visualizar es como respirar....es inevitable....y lo hacemos continuamente.
Siempre imaginamos las cosas antes de hacerlas; en ese sentido todos tenemos mucha práctica.
Pero no somos conscientes de lo poderoso que es imaginar.
Le restamos importancia; valoramos más los hechos, la acción.
Es algo completamente insensato.
Es como decir que lo importante de un manzano es la cantidad de manzanas y el sabor de sus frutas.
Y que la raíz no tiene importancia porque está escondida a nuestros sentidos físicos.
Pero nuestra razón nos dice que sin una raíz fuerte y poderosa no hay manzanas ricas y jugosas.
No se pueden separar yin y yang.
Primero el relámpago y luego el trueno.
Primero el pensamiento y luego la acción.
Si la acción fue negativa, fue precedida por un pensamiento también negativo.
Por esa razón es tan poderoso visualizar.
Nuestras experiencias buenas o malas son la consecuencia inevitable de lo que hemos imaginado antes, días antes, semanas antes, meses antes.
Y lo que hoy estamos pensando e imaginando está creando nuestras experiencias de mañana, del mes próximo, del año próximo.
Hay personas que disfrutan de las películas de terror y creen que es sólo un pasatiempo.
Pero están poblando su mente creadora con esos contenidos.
No comprenden lo peligroso que es este juego, ni tampoco los que graban estos filmes.
Esto vende y eso es lo único que importa.
La gente le resta valor a la imaginación y se concentra en los resultados, los frutos, los hechos, las evidencias.
Por eso tal vez Jesús decía estas famosas palabras...."perdónalos Padre porque no saben lo que hacen".
Visualizan horrores, miserias y tragedias; una y otra vez.
Y hablan de esto y lo repasan hasta convertirse en maestros.
Porque un maestro es alguien que tiene 10.000 horas de práctica.
Nuestros estudiantes del Orden del Universo siguiendo el consejo de Dyer podrían crear mediante la visualización persistente las cosas más hermosas del mundo.
Este maestro simplemente nos recuerda nuestro poder creador.
Pero no es el único.
A nosotros nos toca practicar y practicar, domesticar este tremendo poder.
Recordarnos cada mañana que tenemos ese fantástico poder y dar gracias con total sinceridad.
Si alguien se volvió millonario se visualizó así previamente.
Y si alguien está pasando grandes carencias lo visualizó y lo temió durante mucho tiempo, hasta que él mismo lo manifestó.
¿Cuántos de nuestros estudiantes dedican al menos 10 minutos al día para visualizar sus deseos?
¿Cuántos enfermos que solicitan una consulta dedican tiempo a visualizarse saludables y felices?
La mayoría ni siquiera practican cinco minutos.
Pero hay tiempo para ver las noticias o el deporte por TV.
O para el chat por las redes sociales.
Estos grandes maestros lograron cosas fabulosas y nos dicen: es muy simple, visualicen, visualicen y a su tiempo tendrán todo lo que quieren.
Entonces ¿por qué no lo hacemos?
¿Por qué no dedicamos 10 minutos a ejercer nuestro poder divino?
Cuidamos nuestra dieta pero no cuidamos nuestra mente.
Alimentamos nuestro cuerpo pero no nuestra capacidad mental.
Sembramos y cosechamos; volvemos a sembrar y volvemos a cosechar.
Desde que nacemos hasta que morimos.
Entonces podemos cambiar la calidad de la semilla que sembramos.
Y finalmente podremos cosechar diamantes.
Porque a eso hemos venido.

-Martín Macedo-

lunes, 11 de enero de 2021

La enfermedad tiene un origen interno: la ignorancia

 Recientemente me han preguntado si se puede curar el VIH con la macrobiótica.

También muchas personas me preguntan si se puede curar el HPV.
Yo les respondo que todo se puede curar con la macrobiótica.
Pero no es la macrobiótica la que cura, sino la comprensión del principio de las transformaciones.
Es una cura por la comprensión.
Sin comprensión no hay curación.
La gente cree que es como aplicar una pomada para curar una verruga o una dermatitis; o aplicar un medicamento para curar la acidez.
Nada externo puede curarte, porque nada externo te puede enfermar.
Ningún virus te enfermará; tú mismo te enfermas al crear un conflicto ácido base en tu sangre.
Los virus sólo reaccionan a ese conflicto porque el mismo conflicto los obliga a cambiar.
Cuando la sangre se deteriora aparece la enfermedad.
Cuando la sangre recupera su equilibrio la enfermedad acaba.
Pero la gente quiere curarse con medicinas que se compran y se toman, como quien elimina una plaga con un insecticida fuerte.
Todos sabemos que la aplicación del plaguicida elimina por un tiempo las cucarachas; pero al poco tiempo regresan y se debe volver a fumigar.
Una amiga se mudó a una playa hermosa en un lugar de ensueño, pero una vez por semana debe cerrar su casa como un bunker porque en una cercana urbanización de turistas fumigan una vez por semana para mantener a raya a los insectos.
Así ocurre con las curas externas.
La enfermedad tiene un origen interno: la ignorancia.
Y la ignorancia no se cura con gotas, hierbas ni masajes.
Ni mucho menos con vacunas o antibióticos.
La enfermedad es un aviso de que estamos en conflicto con la naturaleza; con nuestra propia naturaleza, con la naturaleza de nuestro planeta, con la naturaleza del Universo.
Si no se resuelve este conflicto toda cura es momentánea y aparente.
Cuando se comprende el propio conflicto y se lo corrige todo se cura porque recuperamos el poder al que habíamos renunciado.
Y por ese motivo quien anda buscando dietas nunca podrá curarse.

-Martín Macedo-

El inicio es determinante

 Hay un error que cometen millones de personas.

Tanto como el 99% de la humanidad.
Una falla que se repite año tras año desde hace milenios.
Un error que impide a la grandeza manifestarse libremente.
Empiezan mal el año.
Tropiezan en la largada.
¿Qué ocurre cuando un velocista tropieza en el momento de la largada?
Sus posibilidades de ganar la carrera son casi nulas.
Sólo un milagro puede hacer que gane.
Porque el inicio es determinante.
Si el inicio es débil todo el proceso creativo colapsará o no será exitoso.
Un año grande debe basarse en una salud también grande.
Y una salud grande se basa en una gran calidad de nutrición.
La primer comida del año, debe ser la más sobria y saludable para marcar la tendencia.
Pero las personas se reúnen con la familia para festejar y comen y beben hasta más allá de la medianoche todo tipo de manjares.....todo tipo de gratificaciones porque hay que festejar.
Todos los excesos son permitidos, todos los excesos son alentados.
Para eso está la familia.....para complacerte, para mimarte y animarte a brindar por un futuro venturoso y tú haces lo mismo.
Te excedes e invitas a los otros a excederse para no sentirte culpable.
Así el primer bocado del año será un bocado sensorio, sin conciencia porque estarás embotado por la música, el alcohol y el bullicio de la fiesta.
Así empieza nuestro año en lo que respecta a la nutrición.
Tropezando en el inicio, la carrera hacia la salud infinita se hará muy trabajosa y difícil.
La presión del entorno es muy fuerte y nos tira hacia los juicios bajos.
Y si intentas cuidarte te dirán que eres un ser rígido, un inadaptado que no "fluye".
Te avergonzarán por llevarte a la fiesta tus verduras.
Pero hay una puerta de emergencia.
Una esperanza para iniciar bien el año.
Cambiar la fecha de inicio.
Iniciar el año según el calendario chino.
Así nuestro primer día del año de la rata será el 25 de enero del 2020.
Y terminará el 11 de febrero de 2021.
Todo problema tiene solución.
Tal es la grandeza del Orden del Universo.
Y así podremos iniciar un gran año, con una gran nutrición, con una gran voluntad y con una gran salud.

-Martín Macedo-

Las grandes almas siempre están haciendo regalos

 Las grandes almas siempre están haciendo regalos.

Mientras que los insensatos se dedican a buscar la forma de quitarle lo que puedan a la gente.
Gandhi era un alma grande y nos ha dejado una poderosa llave.
Quien use la llave de Gandhi tendrá sin duda un año extraordinario.
El extra es esta llave.
La llave está en su mensaje: la fuerza no tiene nada que ver con nuestro físico; la fuerza siempre es de naturaleza espiritual.
Lo más bello de esta alma grande y noble fue que esta enseñanza no la obtuvo de la lectura o de la consulta de textos antiguos.
La demostró con su propia experiencia.
Un hombre pequeño, liviano y endeble pero con un gran corazón puso de rodillas al imperio británico.
Puso en evidencia ante el mundo, la arrogancia de los ingleses que se creían superiores a los indios, pobres y atrasados.
Gandhi nos regala la llave de la fuerza infinita.
El usó la voluntad infinita y los venció.
No se sentía inferior a los occidentales; sabía que en su corazón latía la misma pasión que los había llevado a los europeos a conquistar el mundo oriental.
Unos usaron la voluntad infinita para someter a las naciones más débiles, pero yo la usaré para liberar a la India.
La llave está en esa voluntad que está en todos nosotros.
Aunque el cuerpo se debilite con el tiempo, la voluntad nunca disminuye.
Porque la vida infinita cambia de forma pero siempre es la misma.
Pero debemos creer en nuestra fuerza infinita, no buscando en el cuerpo o en el gimnasio o en el ADN.
Tenemos la llave de la fuerza infinita.
Gandhi la usó para liberar a la India del omnipotente imperio británico.
Nosotros la podemos usar en el 2021 y podemos sacudir nuestro mundo.
¿Quién dijo que no podemos?
¿Quién dijo que somos pobres?
Somos tan poderosos como Gandhi y como tantos otros grandes seres que simplemente eran conscientes de la gran voluntad que circulaba por sus venas y la aplicaron en objetivos bien definidos.
Por eso es importante escribir tus metas para tenerlas claras.
Y cuando les aplicas tu voluntad infinita y lo haces por suficiente tiempo serás tan grande como el flujo de la vida infinita que toma la forma temporal que nosotros llamamos "mi vida", porque en nuestra presunción queremos volvernos propietarios de un pedazo del Universo.

-Martín Macedo-

Todo forma parte de un maravilloso plan

 Durante mis primeros 10 años de macrobiótica pasé mucha hambre.

Siempre estaba hambriento.
Insatisfecho.
Tenía a mi alcance cantidad de comida.
Pero no tenía calidad.
En aquel entonces tenía 16 años.
Y no sabía cocinar.
Mi madre no aceptaba la macrobiótica y me preparaba un arroz hecho sin ganas, sin sabor, creyendo que eso no era comida para un joven con un futuro prometedor.
No era comida normal.
Entonces yo iba de restaurante en restaurante probando aquí y allá.
Pero el hambre de calidad no se saciaba.
Había comida sana preparada con buenas intenciones pero no era ese alimento de sabor infinito que nos hace sentir en la gloria.
Incluso mi madre llegó a traer cocineras macrobióticas para que mejoraran los platos pero la satisfacción duraba sólo unos pocos días.
Entonces mi padre muy sabiamente me dijo: cocínate tu mismo, entonces tendrás lo que quieres.
Y comencé a cocinarme…compré unos libros de cocina y al principio los platos no quedaban bien.
Entonces comprendí que necesitaba una escuela para aprender.
Intenté ir a la Escuela de Boston del maestro Michio Kushi pero los precios eran astronómicos.
Finalmente accedí a ir a una escuela más humilde y me trasladé a San Pablo a la Escuela Musso del profesor Kikuchi.
Entonces encontré lo que buscaba con ansias desde hacía 12 años.
Cocina suprema.
Sabor supremo.
Satisfacción suprema.
Entonces comprendí que toda esa hambre de calidad y toda esa falta de amor y comprensión fueron necesarias para despertar en mí el apasionado apóstol de la alta calidad que hoy soy.
Gracias a las dificultades nos volvemos grandes.
Y por ello hoy enseño la cocina suprema que devuelve la salud a los enfermos (que verdaderamente desean curarse).
Porque pasé tantas dificultades.
Tanta incomprensión.
Hoy tengo la mejores comidas del mundo en mi día a día.
Porque la vida siempre compensa.
Aunque en el momento de experimentar las crisis uno no entiende el sentido de esas duras pruebas.
Todo forma parte de un maravilloso plan.
Diseñado por la inteligencia infinita.
Que hemos aceptado antes de venir a este mundo.

-Martín Macedo-

El mosquito nos da una gran enseñanza

 El mosquito nos da una gran enseñanza.

Tiene un objetivo absolutamente definido, ni la más mínima duda.
Lo intenta una, dos, mil veces.
Un millón de veces si fuera necesario.
Hasta que obtiene lo que desea o muere aplastado por un furioso palmetazo.
Pero lo arriesga todo y vuelve a intentarlo.
No le teme a la muerte.
Pareciera que los mosquitos se creen inmortales.
Y lo creen tan firmemente que se convirtió en algo real.
Porque si una guerra nuclear acabara con toda la humanidad.
Mosquitos no faltarían.
Admiro la tenacidad y la audacia del mosquito.
No son virtudes de una especie.
Sino cualidades divinas que se expresan en casi todas las formas de vida.
Son pequeños samurais voladores.
Todos les temen en las grandes ciudades.
Son muy livianos, muy yin en apariencia.
Pero muy persistentes y valientes (yang) en su profundo interior.
Y por eso tienen alimento de sobra.
Porque siguen su instinto.
Mientras que los humanos siguen doctrinas.

-Martín Macedo-