lunes, 18 de julio de 2022

Yin y Yang

 La especialidad de los estudiantes del Orden del Universo es trocar yin en yang y yang en yin, a voluntad, con total libertad, tanto como queramos.

Es aprender a jugar con las fuerzas de la creación.
Es el juego más fantástico del Universo.
Y en eso estamos, aquí en nuestro querido club, estudiando yin y yang para finalmente poder cambiarlos uno en el otro tanto como queramos y así divertirnos con todas esas posibilidades.
El nivel básico es cambiar la enfermedad en salud.
Quien no consigue cambiar sus propias enfermedades en salud, no puede pasar al siguiente nivel, porque la salud física y mental es lo más básico, algo así como ponerse los zapatos.
Quien no consigue ponerse los zapatos, de poco le servirá aprender a ponerse la corbata o la blusa, porque estará muy elegante pero no podrá andar descalzo por mucho tiempo.
El siguiente nivel es cambiar la dificultad en facilidad.
Todos encontramos problemas difíciles en la vida...es la regla.
Nadie puede escapar de las situaciones difíciles.
Pero cuando profundizamos yin y yang, nos entretenemos cambiando lo difícil en fácil.
Y es magnífico, porque al final todo parece fácil.
Si una situación es fácil, fácil se queda; pero si es difícil la convertimos en fácil.
En Uruguay y desde la década de los 80 nuestra práctica macrobiótica depende de productos traídos de las dos potencias vecinas, es decir Argentina y Brasil.
Allí viven grandes comunidades de asiáticos y ellos producen tofu, shoyu, tamari, natto, misso de excelente calidad, porque los asiáticos han aprendido con su larga experiencia que cuando se hace algo se lo debe hacer bien, excelentemente bien para poder tener éxito.
En Uruguay cada vez más gente se interesa en la macrobiótica y en los alimentos tradicionales de oriente, pero los importadores no traen estos productos porque se trata de una economía pequeña, un país de sólo 3 millones de habitantes y que además pone todo tipo de trabas aduaneras que desalientan las compras en el exterior.
Es difícil conseguir buen shoyu (salsa de soja), tamari, umeboshi...básicamente depende de que algún amigo viaje y te consiga un poco siempre y cuando no se los quiten en el control de aduanas al regresar al país.
Así hemos estado por muchos años.
Personalmente lo resolvía viajando regularmente a Buenos Aires al barrio chino y me proveía de alimentos específicos para mi práctica y alentaba a mis seguidores a que hicieran lo mismo.
Pero desde la pandemia y las exigencias sanitarias los viajes han sido mucho más difíciles.
Entonces no queda otra alternativa que comenzar a aplicar nuestro arte de convertir la dificultad en facilidad.
Desde hace unos pocos años consumo la umeboshi a diario para fortalecer la calidad sanguínea y el sistema inmune.
Gracias a esta práctica mi sistema defensivo se ha vuelto muy fuerte y para eso necesito una provisión abundante de ume de calidad.
No puedo depender de los amigos que viajan al exterior.
Entonces imaginé que yo mismo las producía en gran cantidad.
El universo recibió esa intención y poco tiempo después di con los videos de Irma Yuen-Wagner y comencé a crear mi propia ume con damascos.
Hice varios kilos y cuando se terminaron los damascos seguí con las ciruelas dulces corrientes.
Ahora tengo unos 20 kilos añejándose y cada semana preparo nuevas.
También comencé con el shoyu, porque el que se importa está pasteurizado y no nos sirve para nada.
Preparé tres bidones, uno con garbanzo y trigo, otro con soja y trigo y otro con poroto negro y trigo.
Planeo en el correr de este año preparar unos 50 litros que estarán un año reposando.
Lo difícil se ha convertido en fácil.
Ahora tengo los productos en mi propia casa; no necesito ir a la tienda ni menos viajar al exterior para tener cantidad y calidad con los mejores precios.
Ya hay varios estudiantes que me están pidiendo las ume que preparé con damascos en noviembre del año pasado.
Bendita dificultad que me ha creado estas facilidades.
Espero que todos los estudiantes aprendan este maravilloso arte.
Porque yin y yang pueden cambiarse tanto como queramos y con cada éxito nos entusiasmamos para intentar cosas más grandes y más difíciles.
Pero este arte como decía Ohsawa debe ser practicado todos los días, porque sino se oxida.

-Martín Macedo-

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