Se estima que la edad del océano es de unos 4.000 millones de años. El agua siente y es sensible a las palabras y a la música.
El maestro Masaru Emoto lo dejó bien asentado antes de dejar este mundo. Vino a cumplir una misión y la realizó magistralmente. Nos hizo tomar conciencia de lo sagrada que es el agua. El agua tiene una inteligencia maravillosa. Porque es un ser viviente.
El agua acumula la información vibratoria que se imprime sobre ella.El océano tiene los registros de eventos geológicos durante 4.000 millones de años. Conoce íntimamente todos los secretos de la vida del planeta. El mar es la sangre de la Tierra y la salud de la Tierra.
Es tan poderoso que a pesar de las aberraciones de la civilización que no ha dejado de contaminar durante siglos, sigue joven y fuerte.
El agua oceánica no es sólo agua con sales minerales. El agua oceánica conoce todos los secretos de la salud del planeta. Cuando absorbemos pequeñas cantidades de agua marina absorbemos esta información que ingresa a la inteligencia celular para que los humanos y el océano se unifiquen en una poderosa conjunción llamada salud absoluta.
Los que temen absorber agua o su sal por evaporación directa por sus eventuales contaminantes o bacterias nocivas quedan huérfanos y desconectados de la esencia del planeta.
Si rechazamos a la Tierra, ella nos rechazará a nosotros.Si rechazamos al océano por no tener la pureza que deseamos.El océano nos rechazará a nosotros. Y vagaremos por la corteza terrestre como un viajero que espera su avión de lujo para viajar a otro mundo más digno de su pureza. Y con esta actitud podrá recibir todas las terapias del mundo y jamás experimentará la gloriosa sensación de ser parte de algo inmenso que nunca envejece y que nunca se enferma.
-Martín Macedo-
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