La libertad es un regalo que tenemos todos desde el momento de nacer. Pero no la usamos siempre de una manera constructiva.
- Podemos elegir libremente qué palabras vamos a usar para comunicarnos con los demás y con nuestro ser supremo.
- Podemos elegir libremente las palabras exactas para cimentar las creencias que nos impulsarán a la grandeza o nos convertirán en desgraciados.
- Cuando vamos al mercado a comprar nuestros alimentos usamos nuestra libertad infinita para seleccionar los ingredientes de nuestra próxima comida.
- Volvemos a usar nuestra libertad cuando elegimos los tipos de ollas y las técnicas para guisar.
- Cuando tenemos el alimento en la boca tenemos la posibilidad de engullirlo ansiosamente o hacerlo luego de una cuidadosa masticación.
- Elegimos el tema de conversación durante la comida, y bendecir o no los alimentos antes de tomarlos.
- Usamos la libertad infinita para apagar o prender el televisor durante la comida.
- O navegar por internet mientras tomamos ansiosamente el almuerzo.
- Nacimos libres. Y usamos la libertad infinita, ese gran regalo del creador. Todo el tiempo.
- Y nuestra libertad es hermosa pero cada acción genera una reacción, un efecto.
- Es una ley.
- Podemos gozar de la libertad infinita.
- Y podemos gozar de los efectos que nuestras decisiones generan.
- Podemos crear un tumor o disolverlo.
- Podemos crear una fortuna o experimentar la carencia más penosa.
- Podemos crear un entorno lleno de amor y amabilidad o un campo de batalla en el hogar.
- Pero sólo somos verdaderamente libres cuando estamos presentes, conscientes del aquí y ahora.
- En un estado de ausencia funcionamos en piloto automático.
- Esclavos de nuestros hábitos y de nuestros condicionamientos culturales y educativos.
- Por eso es tan importante meditar.
- Tomar conciencia del aire que respiramos.
- De las palabras que elegimos.
- De las comidas que tomamos.
- De las rutinas de ejercicio y descanso que practicamos.
- El sabio usa su libertad infinita para experimentar una felicidad cada vez más grande.
- Pero muchos aún duermen y están gobernados por programas subconscientes que los impelen a la autodestrucción en forma de estilos de vida autocomplacientes que llevan inevitablemente al dolor y a la enfermedad.
- En el mundo de la dualidad es normal que unos duerman y otros estén despiertos.
- Y debe ser así por toda la eternidad.
- Y no hay nada erróneo, porque este es el mundo de yin y yang.
-Martín Macedo-
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